Lo mejor del arte portugués sobre tabla entre 1450 y 1550 se exhibe desde ayer en el Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia. Lo que es lo mismo que decir que la pinacoteca muestra las mejores obras del Siglo de Oro de la pintura portuguesa. La exposición Primitivos, inaugurada hace dos años en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa y que luego se exhibió en Valladolid, recala en Valencia con 48 obras de altísima calidad que reflejan la transición del arte en Portugal a lo largo de un siglo. En concreto, desde que el país vecino inició su singladura exploradora por todos los mares, aunque todavía sin réditos económicos, hasta que se convirtió en una gran potencia con comercio con todo el mundo conocido. Esplendor que se tradujo en el arte, según explicó ayer Joaquim Caetano, conservador del museo lisboeta y comisario de la muestra junto a José Alberto Seabra y a la experta española María Bolaños.
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Caetano explicó que en aquella época se pasó de una pintura sencilla, de influencia italiana, a otra que los propios reyes reclamaban como "más flamenca", es decir, como sinónimo de más rica, en color y en estilo. Esa evolución se podría representar, en la primera época, con la obra Martirio de San Vicente (1470), de Nuno Gonçalves, la más antigua representación de un desnudo en la pintura portuguesa, un cuadro solemne, en tonos grises, casi monocromático, que presenta al santo en "una postura digna, sin heridas, en la soledad de un sublime martirio", según el experto. Y, en la segunda, muchas décadas después, en las coloridas obras de Jorge Afonso, que en una época de arte de propaganda en la que casi todo el arte era de mecenazgo regio, el pintor se convirtió, gracias a una red de influencias y matrimonios, en la cabeza de un poderoso clan de artistas: "Es un capo, tiene poder y lo distribuye en la familia", resume Caetano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 3 de noviembre de 2011