Las relaciones entre India y Pakistán se encuentran en una de sus momentos más delicados de los últimos años. Esta noche, el Gobierno de Nueva Delhi ha rechazado la posibilidad de emprender una investigación conjunta, sugerida por Islamabad, para esclarecer el asalto suicida de la pasada semana a su parlamento. Una postura explicable si se considera que esta mañana el ministro indio de Interior, L.K. Advani, ha acusado formalmente a Pakistán de haber apoyado el ataque.
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En una declaración ante los diputados indios, la primera tras el sangirento incidente en el que murieron 13 personas, incluidos los cinco integrantes del comando terrorista, Advani ha calificado además el asalto, como "la acción terrorista más audaz y alarmante en dos decenios de historia del terrorismo que apoya Pakistán en India.
Sin embargo, el ministro no ha precisado aún cuál será la respuesta de India.
"Un castigo tan grande como el crimen"
Poco antes de la intervención, el primer ministro del país, Atal Behari Vajpayee había prometido un "castigo tan grande como el crimen", pese a las llamadas internacionales a la moderación.
En cuanto al establecimiento de estas responsabilidades, Advani ha apuntado directamente a dos organizaciones islamistas con base en Pakistán, Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammad. Según el ministro del Interior, ambos grupos recibirían apoyo de los servicios secretos de Pakistán y las pruebas de la implicación de estos grupos habrían sido enviadas al Gobierno de Islamabad.
Advani declaró el Lunes que Nueva Delhi "examina todas las opciones", incluyendo ataques a los campos de entrenamiento en Pakistán. De hecho, el Ejército indio se mantiene en estado de alerta y se ha desplegado a lo largo de la frontera entre Pakistán y Cachemira, el territorio que ambos países disputan desde hace 50 años.
India llevó a cabo sus primeros ensayos con armas nucleares en mayo de 1998. Pakistán le imitó poco después.