Fumadora empedernida, la muerte de la princesa Margarita no deja de ser una noticia más o menos esperada. El azar ha querido que coincida con la celebración del 50º aniversario de la coronación de su hermana Isabel, un nuevo drama en el centro de un festejo para la familia real británica.
Nacida en el castillo de Glamis, Escocia, el 21 de agosto de 1930, la condesa de Snowdom desarrolló en sus primeros años un gran interés por la música, el teatro y el ballet, aparte de mostrar una gran disposición para los idiomas.
Su puesta de largo ante la aristocracia británica le llegó a los seis años, vestida con un manto púrpura en la coronación de sus padres en la Abadía de Westminster. A los nueve años se topó con la II Guerra Mundial, durante la que permaneció junto a su hermana, primero en la residencia escocesa de Balmoral y después en Windsor, mientras su madre resistía en la Londres bombardeada.
En septiembre de 1948, la princesa Margarita realizó su primer viaje oficial al extranjero con una misión "especial", al representar a Jorge VI en la coronación de la reina Juliana de Holanda. A esa edad, 18, se inició en el hábito del tabaco y era frecuente verla con una boquilla de concha de tortuga que se convertiría en una de sus señales de identidad. La muerte de su padre en 1952 le hizo aumentar su dependencia del tabaco y llegó a fumar hasta 60 cigarrillos diarios.
El gran amor de su vida
Fue en esa época cuando conoció al capitán Peter Townsend, considerado por muchos el gran amor de su vida. Pero Townsend estaba divorciado y la unión de ambos era anatema en la alta sociedad de entonces, en la que la separación legal de un cónyuge se consideraba un estigma. En 1955, y tras una intensa presión de la realeza, la iglesia y la clase política, se produjo la ruptura de la pareja. Cinco años más tarde, Margarita se casaba con el fotógrafo Anthony Armstrong-Jones, conde de Snowdon. La pareja, que se divorció en 1978, tuvo dos hijos, David, vizconde Linley, nacido en 1961, y Sarah, nacida en 1964.
El gusto de Margarita por el baile y las fiestas, en las que permanecía hasta altas horas de la noche acompañada de sus cigarrillos y su whisky -cuando viajaba a climas cálidos prefería la ginebra-, se cobró su precio en la salud de la princesa en varias ocasiones y ha sufrido migrañas, laringitis, bronquitis, hepatitis y neumonía.
Deterioro
En enero de 1985 fue ingresada en el Brompton Hospital de Londres, donde, según la versión oficial de entonces, fue operada de un tumor pulmonar benigno. Tres años más tarde, el palacio de Buckingham reconoció oficialmente que en esa ocasión se le extirpó una parte del pulmón izquierdo.
En enero de 1993 fue ingresada en el hospital Rey Eduardo VII aquejada de neumonía. En febrero de 1998 sufrió una apoplejía mientras disfrutaba de unas vacaciones en la isla de Mustique, en el Caribe, y permaneció ingresada en un centro hospitalario londinense durante casi dos semanas. En 1999, de nuevo en Mustique, la hermana de la reina Isabel II sufrió graves quemaduras en los pies al entrar en una bañera con el agua hirviendo.
Su recuperación fue muy lenta y, según los rumores recogidos por la prensa popular londinense, sumió a la princesa en una profunda depresión. Tras ese percance, los actos oficiales de Margarita se vieron reducidos considerablemente.
Las últimas Navidades la hermana menor de la Reina sufrió un nuevo ataque de apoplejía en la residencia real de Sandrigham. Según el comunicado oficial del palacio de Buckingham, la princesa fue ingresada el 10 de enero en el hospital Eduardo VII por no experimentar mejoría pese al tratamiento. El palacio explicaba que "una de las consecuencias del reciente y leve ataque cerebral ha sido una seria pérdida de apetito".