Nada será igual desde el 11 de septiembre y los Oscar no iban a ser una excepción. Los daños colaterales del atentado contra las Torres Gemelas se van a dejar sentir el próximo domingo en el Teatro Kodak de Hollywood y en todo Los Angeles. Tanto, que ninguna tienda de la zona estará abierta y el tradicional acceso de los fans a la alfombra roja estará más que restringido.
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Puede que Osama bin Laden esté oculto bajo tierra y ya no preocupe al presidente George W. Bush, pero en Los Angeles el temor a un ataque terrorista ha situado las medidas de seguridad para los Oscar en niveles sin precedentes.
Para empezar, la policía de Los Angeles cerrará en la noche del domingo hasta 15 manzanas alrededor del Teatro Kodak, una medida que molestará a muchos, pero que, al menos, agilizará la llegada de las limusinas de los invitados, tan caótica siempre.
Para continuar, decenas de tiendas del simbólico Hollywood Boulevard tendrán que echar el candado por orden gubernamental y desde los primeros días de marzo se está llevando a cabo el cierre de calles que conducen al complejo Hollywood and Highland, donde se erige el Teatro Kodak. Los propietarios de estos establecimientos pueden protestar por los perjuicios económicos que el cierre obligatorio les puede causar.
Y para terminar, los cinemaniacos que pretendan acercarse este año a ver a sus ídolos tendrán que comprobar que su expediante esté limpio si no pretenden llevarse más de un susto.
Hasta este año era una tradición en la ceremonia el acceso del público a las gradas descubiertas que flanquean la alfombra roja. El único límite eran los 600 asientos de las gradas que se distribuían por estricto turno de llegada entre los aficionados que, a cambio, pasaban días y noches en la calle para hacer cola que les garantizaría el acceso.
Cada año, centenares de personas se disputaban los preciados sitios pero para esta edición, la academia anunció el pasado enero que la distribución de la grada se realizará tras una petición por escrito y una exhaustiva revisión de los antecedentes del candidato. Además, sólo 400 asientos estarán disponibles para los aficionados y estos centenares de afortunados tendrán que compartir su sitio con incontables detectores de metales, cámaras de seguridad y agentes encubiertos.
Sin puntos débiles
Los preparativos de seguridad empezaron tan pronto como los aviones secuestrados en septiembre se estrellaron contra sus objetivos en Nueva York y Washington. A las pocas horas de saberse que las tragedias no habían sido accidentes, los arquitectos del Teatro Kodak y el complejo Hollywood and Highland entregaron a agentes del servicio secreto, del FBI y de la policía local los planos de los edificios para analizar los puntos débiles de la ceremonia.
Las preocupaciones sobre la seguridad han sido tan intensas que los organizadores amenazaron en octubre con celebrar los actos en el tradicional Shrine Auditorium si el nuevo local no cumplía una serie de requisitos. Una amenaza extremadamente costosa si se tiene en cuenta que el teatro -con capacidad para 3.500 personas en sus cinco niveles y que ha costado 94 millones de dólares- y el complejo Hollywood and Highland -una mezcla de tiendas, hotel y centro de diversiones- forman parte de una inversión que supera los 600 millones de dólares.
La multinacional del sector fotográfico Kodak ha acordado pagar 75 millones de dólares en los próximos 20 años a cambio de que el teatro lleve su nombre.