ARGENTINA
Burgos; Vivas, Ayala, Samuel; Zanetti, Simeone, Placente (Ortega, min. 46), Kily; Aimar (Gallardo, min. 64); Crespo y Piojo López.
BRASIL
Marcos; Lucio, R. Junior, Cris; Cafú, Mauro Silva (Vampeta, min. 70), E. Costa, Roberto Carlos; M. Paraiba, Rivaldo; y Elber (Euller, min. 65).
A los dos minutos ocurrió lo impensable, porque de una jugada donde no había nada sacó un gol Brasil. Algo tan inocente como un saque de banda provocó un socavón en la defensa argentina. Roberto Carlos lanzó desde la banda, Rivaldo saltó con Ayala, éste tocó levemente la pelota, que le llegó al Mono Burgos, que ayer se mostró en su peor versión. Aún no se sabe cómo, pero el balón, que era suyo, acabó dentro. Al menos, así lo vio el árbitro.
Brasil, a partir de ahí, se dedicó a intentar pasar por encima de la feroz presión de Argentina. Y lo hizo, aunque sólo a ratos, de la única manera que se supone que sabe: con el toque. Pero es la brasileña una selección irreconocible, que ha tirado a la basura sus señas de identidad. Un equipo en el que, pese a estar en el césped Rivaldo o Roberto Carlos, el encargado de lanzar una falta cercana al área fue Marcelino Paraiba. Brasil tuvo un gol a favor y se hizo un lío.
Se hizo un lío, eso sí, cuando apareció el Burrito Ortega. Encontró Ortega en la defensa brasileña, que no es precisamente un dechado de virtudes, lo que ningún compañero había encontrado. Un envío de su repertorio a Crespo resquebrajó a Cris y compañía y el balón se estrelló contra el poste. En vista de los acontecimientos, Brasil se echó descaradamente atrás, a la espera de lanzarse al contragolpe. Y apeló al patadón, por qué no, porque el pasado ya no existe en este equipo. En esas estaba cuando Ortega paró, amagó, miró a la derecha, miró a la izquierda y la puso en la cabeza de Gallardo. Luego, Cris intentó despejar un centro del Piojo y sentenció a un simulacro de equipo.