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Multitudinario homenaje a las víctimas en Nueva York

Un muecín hizo un llamamiento a la oración en la ceremonia del Yankee Stadium

Rezos y plegarias llenaron ayer el Yankee Stadium de Nueva York, en lo que tenía que haber sido un soleado domingo de béisbol. La ceremonia ecuménica en memoria de las víctimas de los atentados de las Torres Gemelas quedó deslucida por las impresionantes medidas de seguridad y el cierto cansancio que ha invadido a los neoyorquinos tras casi dos semanas de funerales ininterrumpidos. La oración no paró las labores de rescate. El cómputo de muertos se ha convertido en una ardua tarea debido a la cada vez más remota probabilidad de encontrar restos identificables.

Se distribuyeron 55.000 entradas especiales pero el estadio del Bronx sólo estaba medio lleno para las más de dos horas de Oración por América. Las increíbles medidas de seguridad y la retransmisión en directo por todas las cadenas de televisión vaciaron muchos asientos. Toda la zona estaba acordonada por la policía, nadie pudo acceder al recinto con bolsos, mochilas, paraguas o botellas. Durante el evento el espacio aéreo de parte de Nueva York permaneció cerrado. Algunos de los familiares de las víctimas llegaron con fotos. Los otros espectadores acudieron en gesto de solidaridad, con banderas norteamericanas o llevando camisetas con el emblemático I love NY. La ceremonia fue la más grande pero no la más emotiva de las muchas misas y funerales que se han celebrado desde los atentados. Pese a todo, la normalidad está volviendo a la ciudad.

Oprah Winfrey, la presentadora más conocida de la televisión norteamericana, fue la maestra de ceremonias. El cardenal de Nueva York, Edward Egan, acompañado de líderes religiosos protestantes, judíos y musulmanes, hindús y ortodoxos, dirigió las plegarias. Uno de los momentos más especiales fue cuando el estadio quedó en silencio para escuchar la voz del muecín, llamando a la oración.

Plácido Domingo cantó el Ave María y Marc Anthony volvió a entonar el God Bless América que tanto ha sonado por Estados Unidos desde el 11 de septiembre. El evento fue retransmitido a otros estadios de Coney Island y Staten Island para que un mayor número de neoyorquinos pudiera participar en vivo y en directo.

"Los que piensan que la ciudad nunca volverá a ser la misma, tienen razón", dijo entre vítores, el alcalde, Rudolph Giuliani, que se ha convertido en el héroe del momento. "Seremos mejores". La ceremonia tenía como objetivo, dijo Giuliani, permitir a las "familias de las víctimas y a los afectados por la tragedia reunirse, rezar juntos y recobrar fuerza". "Ya no debemos tener miedo", aseguró.

Del otro lado del río, en Manhattan, seguían las tareas de recuperación. El recuento de las víctimas se ha convertido en un serio problema. El cómputo oficial es de 6.333 desaparecidos, 6.408 heridos, 261 cadáveres recuperados de los cuales tan sólo 194 han podido ser identificados. Las cifras siguen siendo aproximativas y difíciles de comprobar. La alcaldía se basa en las denuncias de los familiares y en los datos de las empresas ubicadas en las Torres Gemelas.

El número dio una salto espectacular el jueves en casi mil personas (de 5.422 a 6.333), cuando Giuliani añadió las cifras de las víctimas extranjeras recabadas por los distintos consulados en Nueva York. Se estima que en total, 63 países, entre los cuales España (con tres muertes), se han visto afectados. El Reino Unido, con 250 desaparecidos, Alemania, con otros 150, y la India (91) son los que más han perdido.

A partir de ahí todo es aproximativo. Nadie sabe hasta qué punto el cómputo de las delegaciones diplomáticas no repite el de las empresas. Tampoco se han tenido en cuenta las cifras de inmigrantes no registrados que trabajaban en las Torres. A esto se añaden la imposibilidad de identificar los muertos. Muchos han quedado pulverizados entre el calor de las explosiones y las toneladas de escombros. Los familiares han dado muestras de ADN para constrastar con los restos que se encuentren, en una tarea que durará meses.

"Sigue habiendo algo de esperanza", comentó Daniel Hull, el jefe de los bomberos de Los Ángeles, que ha acudido como refuerzo "Cosas más extrañas han pasado. Allí abajo hay un centro comercial. Uno puede vivir semanas a base de donuts y de agua". La realidad es que no se han encontrado supervivientes desde el día después de los atentados.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de septiembre de 2001