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COLUMNA

Se terminó la 'coartada Zidane'

Resulta que el único problema que no tiene el Madrid es el de Zidane, que puede desmontar fácilmente todos los diagnósticos que le señalaban como eje de la crisis del Madrid en el arranque de la Liga. No sólo ha jugado con brillantez en la mayoría de los partidos, sino que ha marcado un número inesperado de goles. Y su influencia es indiscutible. Cuando se retiró lesionado de El Insular, el Madrid tomó conciencia de su pequeñez. Sin Zidane y con Raúl desaparecido, la alineación del Madrid era la de un equipo cualquiera. Los jugadores comprendieron la distancia real que existe entre las expectativas que genera el Madrid y la capacidad de respuesta que tiene un equipo con Michel Salgado, Hierro, Iván Campo, Karanka, Geremi, Makelele, Solari y Munitis. Mientras estuvo Zidane en el campo jugaron mal, pero se sintieron amparados. Luego jugaron peor y desamparados. Eso lleva a pensar que Zidane es cualquier cosa menos un problema.

Más que nada, Zidane era una coartada. El jugador francés ha servido para esquivar las carencias objetivas del Madrid: la inutilidad defensiva; la absurda vocación por perpetrar despistes inadmisibles -Iván Campo y Munitis añadieron dos de primer grado en la derrota frente al Las Palmas-; el aburguesamiento de unos jugadores que viven cómodamente bajo la tutela de Figo, Roberto Carlos, Zidane y Raúl; la capacidad de estos jugadores para fabular excusas; el desequilibrio de un equipo que no protege a las estrellas del ataque con defensas de primer nivel, ni de segundo, ni de tercero.

Cuando se fue Zidane ya no fue posible la coartada. El equipo pareció todo lo malo que puede ser con esos jugadores. Quizá por ello sorprendió la decisión de Del Bosque, que sustituyó al francés por Celades. Desde la ortodoxia, la decisión no es discutible: se trataba de mantener el dibujo y sostener el medio campo en un momento de crisis, con Munitis expulsado. Pero el problema no radicaba en el dibujo ni en el equilibrio. Había otro factor crítico: la falta de jugadores de garantías, de fútbolistas que dijeran algo, que parecieran del Madrid y no de un equipo cualquiera. Y esos dos eran Guti y Morientes. Cualquiera que sea la opinión que se tenga de ellos, de lo que no cabe duda es que ambos tienen lo más parecido al caché de jugadores del Madrid. Eso es lo que necesitaba un equipo que pedía a gritos salir de la miseria.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de octubre de 2001