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CRÓNICA

Desastre total

El Madrid, goleado en Las Palmas, se queda a un punto del descenso y a nueve del Barça, líder provisional

El Madrid alcanzó el desastre total en el Insular. Enseñó una alineación vulgar y jugó rematadamente mal, con una mediocridad insultante. Sin capacidad para elaborar ni para crear peligro. Sin poder alguno por las bandas y sin ideas por el centro. Con poco, con muy poco, Las Palmas, adelantándose hasta tres veces en el marcador, le sumió en la crisis total.

El primer gol, un dos contra seis, aparentemente inofensivo, sirvió para retratar la mediocridad que cubre al Madrid actual. A la jugada hasta el propio Pablo Lago llegó sin fe. Remató blandito y sin convicción desde la frontal, tapado por Makelele y Míchel Salgado, sin aviso de gol alguno. Pero como los madridistas cerraron los ojos y taparon al bulto el disparo, perdieron de vista el balón, que tras tropezar ligeramente en los defensas, se curvó hacia atrás y le quedó rico para la volea al propio Lago, que sí conservó los ojos abiertos. Lo suficiente para comprobar que ningún rival le saldría al paso. Así que dejó caer mansamente la pelota y fusiló.

LAS PALMAS 4
REAL MADRID 2


LAS PALMAS

Nacho González; Ángel, Schürrer, Olías, Paqui; Edu Alonso, Samways, Josico (Alberto, min. 46), Jorge (Tevenet, min. 83), Pablo Lago; y Orlando (Rubén Castro, min. 64).

REAL MADRID
Casillas; Míchel Salgado, Hierro, Iván Campo, Karanka; Geremi, Makelele (Morientes, min. 80), Zidane (Celades, min. 68), Solari (Guti, min. 79); Raúl y Munitis.

Goles:1-0. M. 7. Pablo Lago aprovecha un rechace. 1-1. M. 31. Munitis, a pase de Geremi. 2-1.M. 34. Jorge transforma un penalti cometido por Iván Campo.2-2.M. 40. Zidane convierte un tiro libre que entra por la escuadra.3-2. M. 75. Rubén se escapa de Hierro y supera a Casillas.4-2. M. 93. Golazo de Rubén con una vaselina por encima de Casillas.

Árbitro:Losantos Omar. Expulsó a Munitis (min. 55), y amonestó a Zidane, Hierro, Ángel y Nacho González.

Unos 18.000 espectadores en el Estadio Insular de Las Palmas.

El Madrid ya llevaba ocho minutos a la deriva, los que habían corrido desde el arranque, y así siguió durante un buen tiempo. Sin recursos, impreciso, atrapado en un fútbol tan plano como su alineación, que anunciaba otra noche desastrosa. Los peores síntomas llegaban de los costados, por donde el conjunto blanco sencillamente no ofrecía nada. Ni desborde, ni pase. Sólo quedaba la movilidad de Raúl y Munitis arriba, y Zidane, que volvió a transitar perdido por el partido, al borde de la desesperación.

La debilidad madridista permitía al cuadro local concentrar su vigilancia sobre el francés, que recibía en malas condiciones casi siempre. Pero el verdadero drama de Zidane era que cuando agarraba la pelota su equipo no le ofrecía vía alguna para el pase. Anotó un gol sublime, de falta, pero sigue fuera de sitio el francés, sin conceder apenas noticias del juego que le dio celebridad.

No existió el Madrid en la construcción. Y para redondear la jornada, defendió mal ante un equipo escaso de argumentos. Con dos únicas balas, la electricidad en el gambeteo de Pablo Lago, el juego directo y veloz de Jorge, la Unión Depotiva, sin vocación atacante alguna, le metió en cuantos problemas quiso al Madrid. El gran pecado local en el primer tiempo fue que apenas quiso, que prefirió sobrevivir a sus ventajas en el marcador colgado de su portería.

Gracias a la actitud canaria, a la que le autorizaba los prejuicios sobre el potencial del rival pero no la verdadera versión que de él se dio sobre el Insular, el Madrid se encontró con el balón y, por tanto, con ciertas posibilidades.

Lo movió sin precisión ni profundidad, combatiendo la falta de ideas con pases horizontales que apenas consiguieron descubrir agujeros. Al Madrid le vino bien que Las Palmas le permitiera jugar a escasos centímetros de su área. Eso, al menos, le permitió maquillar con goles en el primer tiempo una actuación decepcionante, y llegar con empate al descanso.

No mejoró ni un tanto así el Madrid en el segundo tiempo. Siguió espeso en el juego, fatalmente mediocre, del todo inofensivo. Siguió sangrando por atrás, por donde al Las Palmas, con poco, le bastó para parecer mejor. Y para no equivocarse más. Porque cuando se puso por tercera vez por delante en el marcador, a 15 minutos del final, entendió de una vez que el repliegue le perjudicaba. Decidió proteger su última ventaja con la pelota en los pies y así acabó con el Madrid, fulminado tras la expulsión de Munitis. El golazo final de Rubén sepultó definitivamente a un Madrid mediocre hasta la exageración. Quizá el peor Madrid de los últimos tiempos: a un punto del descenso y a nueve del Barça, líder provisional a la espera de lo que haga hoy el Celta.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de octubre de 2001