Dos israelíes murieron y más de treinta fueron heridos por los disparos de un fundamentalista palestino contra un autobús de transporte público en Jerusalén, ayer por la tarde. El movimiento integrista Hamás se atribuyó el atentando, en represalia por el asesinato de cuatro de sus dirigentes y el secuestro de otros dos responsables político-militares por parte del Ejército israelí, la semana pasada. El agresor, que estaba armado con un fusil de asalto M-16, llegó al lugar del crimen a bordo de un taxi, se plantó en medio de una carretera de acceso a Jerusalén y buscó un objetivo para ametrallarlo.
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Caminó, a pecho descubierto, en un acto suicida, y al toparse con el autobús le disparó todas las balas de su cargador; el vehículo hacía el trayecto entre el centro de Jerusalén y el asentamiento judío de Nevee Yakov. El palestino, de 34 años y vecino de una aldea cercana a Hebrón, estaba protegido por otros dos miembros del comando, y, tras cometer el atentado, trató de huir en dirección al barrio árabe cercano de Shuafat, en la carretera a Ramala, situado a escasos metros. Pero antes de que lograra su objetivo, un policía de fronteras, un soldado y un civil lograron abatirlo, aunque no consiguieron localizar a sus colaboradores.
El ataque tuvo como escenario los alrededores de la Colina Francesa, una zona de asentamientos ocupadas por Israel en 1967 y anexionada con posterioridad a Jerusalén, en la que se han registrado media docena de ataques desde que se inició la Intifada. Uno de los ataques más sangrientos tuvo lugar en marzo, cuando un suicida atacó también un autobús y produjo 30 heridos. En esta zona se encuentra el hotel Hyatt Regency, en el que fue asesinado hace dos semanas el ministro de Turismo, Rehavam Zeevi.
Del ataque de ayer, el más grave que se produce en Jerusalén en los últimos meses, se hizo responsable horas más tarde la organización fundamentalistas Hamás en un comunicado enviado a una estación de televisión en Belén. La acción fue anunciada por el portavoz y el responsable político de Hamás, Abdelaziz Rantisi, la semana pasada, cuando alertó desde Gaza a los israelíes de que los últimos asesinatos de los líderes del movimiento fundamentalista "serían vengados" de manera "dolorosa". Por su parte, la Autoridad Nacional Palestina repudió el atentado anoche, en un comunicado.
El ataque puede bloquear una vez más el proceso de pacificación que la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea, trataban de imponer al primer ministro Ariel Sharon, obligándole a retirarse de las ciudades palestinas ocupadas hace dos semanas en Cisjordania. No obstante, tras la salida de las tropas de Israel de Belén la semana pasada, esta misma madrugada comenzó también la retirada de los soldados y tanques de Kalkilia, al norte de Cisjordania, según confirmaron fuentes militares.
Horas antes del atentado, el Ejército y la aviación habían desencadenaron una intensa ofensiva contra el campo de refugiados de Jabalia -100.000 personas-, al norte de la franja de Gaza; los aviones lanzaron cerca de una docena de misiles contra cuatro fábricas y talleres metalúrgicos, por sospechar que los milicias fundamentalistas construían allí sus armas, especialmente los morteros. En mayo, el Ejército efectuó una operación similar contra este campo de refugiados, en un primer intento por acabar con las fábricas clandestinas de armas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de noviembre de 2001