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Reportaje:

El coleccionista de récords

Milutinovic, técnico de China, asistirá a su quinto Mundial con cinco selecciones diferentes

No debe ser sencillo ser el personaje más popular del momento para 1.300 millones de personas. Casi nada. Pero Bora Milutinovic, el Gulliver del fútbol mundial y actual seleccionador chino, lo lleva con buen humor. A sus 57 años este técnico serbio participará en su quinto Mundial consecutivo y lo que es más extraordinario, con cinco equipos diferentes. No hay otro pitoniso como él en el mundo del fútbol: en 1986 dirigió a México, en el 90 a Costa Rica, en el 94 a Estados Unidos, en el 98 a Nigeria y en 2002 estará al frente de China. En todas las ocasiones sus chicos pasaron la primera fase y dejaron una huella sobresaliente.

El próximo reto de este coleccionista de récords será brillar con China, una aventura extraordinaria para un país con 4,3 millones de licencias futbolísticas que jamás ha vivido este juego con la pasión de estos días. Prueba de ello es el alboroto organizado ayer por la multitud de periodistas chinos que abarrotan Busan, la localidad surcoreana que acogerá mañana el sorteo. La entrada de Milutinovic en el hotel Marriott de Busan convirtió el hall en un hervidero de cámaras, micros, flashes y libretas, eclipsando incluso la aparición simultánea de Roger Lemerre, el huraño seleccionador francés, al que por una vez fueron los medios los que le dieron la espalda.

La jovialidad de Milutinovic tiene un secreto: "Soy muy feliz, hago lo que me gusta, vivo el presente y no tengo ni idea de qué sucederá mañana, no me preocupa". Enjaulado entre una colmena de periodistas Bora se siente cómodo, es capaz de contestar en mil idiomas diferentes, siempre mira a los ojos y jamás sella una sonrisa cómplice y un pelín maliciosa. Está en su salsa, allá donde va le corteja una marea de redactores chinos, ávidos por destornillar un titular al mejor activo de la feroz competencia del periodismo deportivo de aquel país, con un mosaico de casi 70 publicaciones especializadas, algunas con una venta diaria de cinco millones de ejemplares.

¿Y qué tiene este personaje trotamundos en su chistera? "Nada, no hay nada, no existe el 'método Bora', hay cosas que uno no puede explicar y nadie debe hablar de sí mismo", enfatiza con voz pausada. En su opinión, en el fútbol "todo es muy simple, muy fácil, no hay que complicarse la vida". Con esta aparente inocencia exprime al máximo a sus equipos con arengas constantes y un diccionario táctico un poco antediluviano: "Todo consiste en tener o no la pelota, en saber qué hacer en un caso y otro". China consiguió el billete mundialista tras superar en la fase preliminar a Camboya, Maldivas e Indonesia, y posteriormente a Emiratos Árabes, Uzbekistán, Omán y Qatar. En este último grupo logró seis victorias, un empate y una derrota, anotó 13 goles y sólo recibió dos. En su fortaleza defensiva, con un portero de más de dos metros de altura, Jiang Jin, radicó su éxito.

La expectación que ha levantado la primera clasificación de China para un Mundial no inquieta en exceso a Milutinovic, con cicatrices de mil batallas, que asegura tener "un equipo sin estrellas, pero competitivo". Además, no hay presión que valga, puesto que el fracaso no existe en su horizonte: "Por el mero hecho de habernos clasificados ya nos sentimos campeones del mundo, el verdadero fracaso es el de aquellos que no se han clasificado". Sin embargo, para Milutinovic de nuevo será como jugar en casa, como ya le sucedió con México y Estados Unidos en sus respectivos mundiales de 1986 y 1994. La FIFA, a petición expresa de las autoridades surcoreanas, ha decidido antes del sorteo que China juegue toda la primera fase en Corea por razones "económicas y geográficas". Pekín está a 90 minutos de vuelo de Seúl, la capital coreana, y nadie de la organización tiene la menor duda: la china será la hinchada más numerosa durante el campeonato. Los ciudadanos chinos precisan un visado para entrar en Corea del Sur, pero hay negociaciones entre ambos países para aliviar los trámites durante el Mundial, conscientes los coreanos de que estos vecinos serán sus huéspedes más rentables.

Y, mientras, Milutinovic radiante, de nuevo como epicentro de un gran espectáculo, sin tan siquiera suspirar por una gran oferta de un club relevante del planeta al término de su aventura china. Es curioso, pero asegura que no ha dirigido a grandes clubes porque no ha recibido oferta alguna. De hecho en los últimos 35 años, sólo ha entrenado a los Pumas de México (1977-1981), al San Lorenzo de Almagro (1987) y al Metrostar de Nueva York (1998-1999). No obstante, a Bora le gusta apuntar un matiz relevante: "Los mejores resultados de mi carrera los conseguí en un club, los Pumas, con un tal Hugo Sánchez en mi equipo, y en el que desde hace muchos años considero mi país, México". Pero en este mochilero del fútbol no hay tiempo para la añoranza: tras el Mundial se tirará sin paracaídas en otro rincón del planeta. De momento hoy es la estrella, en China y en Busan, donde no sólo Lemerre, el técnico de los campeones del mundo, no le hace sombra, sino que el mismísimo Luiz Felipe Scolari, seleccionador de Brasil, también compañero de hotel de Bora, encontró la paz necesaria como para enfundarse un chándal espantoso y correr un rato en medio de una lluvia plomiza y un frío polar. Horas antes de la llegada de Milutinovic, Scolari tuvo tiempo de proclamar que Figo es el mejor jugador del mundo y que la elección de mejor jugador de la FIFA, al que optan también Raúl y Beckham será para el portugués. De momento, en Busan el premio a la popularidad no admite discusión: Milutinovic es el emperador.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001