El Fondo Monetario Internacional (FMI) y Argentina estaban anoche próximos a alcanzar un pacto sobre los créditos que la institución había suspendido al país suramericano. "Estamos totalmente de acuerdo con el personal del Fondo sobre las cifras", aseguró el ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, ayer tarde en Washington, antes de regresar a Buenos Aires, donde someterá al presidente Fernando De la Rúa los términos del FMI para llegar a una solución definitiva.
"Todo va muy bien, pero no voy a dar ningún detalle numérico, porque eso se mantiene confidencial", dijo el ministro, quien se mostró confiado en que su país pueda superar pronto la severa crisis.
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"No voy a dar números y no voy a hablar de lo que tenemos que decir en Argentina, antes de trabajar con el presidente, el Gobierno e incluso en consulta con los gobernadores y con los dirigentes de los principales partidos políticos", añadió Cavallo en breve conferencia de prensa. El ministro informó de que hoy domingo, en Buenos Aires, van a trabajar sobre el principio de pacto con el FMI. Y añadió: "Todo lo que falta para llegar a un acuerdo con el FMI se puede hacer por e-mail, por contacto telefónico o por videoconferencia".
Se desbloqueaba así la situación creada el viernes en la capital de Estados Unidos entre los máximos dirigentes del Fonde Monetario y los representantes del Gobierno argentino sobre la búsqueda de un compromiso de austeridad fiscal que permita evitar un colapso.
El FMI se negaba a liberar los 1.300 millones de dólares que tenía previsto prestar este mes a Argentina, por considerar que el Gobierno del presidente Fernando de la Rúa había incumplido su promesa de eliminar el déficit, y sugería la necesidad de una devaluación del peso, a la que, por el momento, Cavallo se negaba.
Mientras Cavallo discutía en Washington, De la Rúa intentaba en Buenos Aires conseguir el apoyo de la oposición peronista y, sobre todo, de los gobernadores provinciales de ese partido, para facilitar la negociación con el Fondo. Pero los gobernadores se resisten a respaldar la aprobación del Presupuesto de 2002 sin que antes el Gobierno central no les gire el dinero que les debe. De la Rúa tenía previsto reunirse ayer con el ex presidente Carlos Menem, jefe del peronismo, para que convenza a sus partidarios. Menem respalda la dolarización de la economía, es decir, la supresión del peso y la utilización de la divisa estadounidense en todas las transacciones.
Argentina necesitaba el préstamo de 1.300 millones de dólares para pagar un tramo de deuda que vence el próximo día 14. El fantasma de la suspensión de pagos ronda desde hace meses a la tercera economía latinoamericana, y en las últimas semanas se ha convertido en una amenaza concreta y, en opinión de numerosos analistas bancarios, casi inevitable.
Cavallo acudió a Washington para ofrecer garantías al FMI de que el Gobierno del presidente Fernando de la Rúa conseguiría alcanzar la estabilidad fiscal a cambio de obtener el dinero. Otros préstamos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por 1.100 millones, también han sido congelados hasta que el FMI dé su aprobación.
Cavallo pidió que se le entregara el crédito, pero el Fondo se negó en redondo. Contando ya con esa respuesta, el ministro argentino se había abierto previamente un margen de maniobra extrayendo fondos del sistema de pensiones. Según distintos analistas financieros, esa operación debería permitir que la Hacienda argentina salvara el escollo del día 14 y evitara la suspensión de pagos al menos por unas semanas, aun sin recibir auxilio del FMI. Los gestores de fondos de pensiones comenzaron a comprar de forma forzosa títulos del Tesoro el pasado viernes, pero mañana tienen previsto recurrir la orden ante los tribunales.
Domingo Cavallo permaneció el viernes durante ocho horas en la sede del Fondo y se entrevistó con el director general, Horst Köhler, y con la subdirectora, Anne Krueger. Fuentes cercanas a la negociación dijeron que Krueger planteó claramente a Cavallo la necesidad de una devaluación. Los mercados consideran insostenible la dolarización establecida en 1991, con el valor de un peso equivalente al de un dólar, después de que en 1996 Brasil devaluara su moneda y de que, inmediatamente después, la economía argentina entrara en recesión. El viernes y ayer los dólares ya se cambiaban en Buenos Aires a 1,2 y 1,3 y hasta 1,5 pesos. Cavallo replicó, sin embargo, que nunca devaluaría y que antes preferiría optar por la dolarización y negó que se hubiera hablado de esos asuntos.
La devaluación del peso como la alternativa más viable para la recuperación de la economía argentina ha ido sumando adeptos entre los analistas españoles durante la última semana. Muchos de los expertos consultados coincidieron en que la propuesta hecha recientemente por el ex economista jefe del BID, el venezolano Ricardo Haussmann, debía ser tenida en cuenta por Cavallo. Haussmann propuso, además del libre cambio del peso argentino, el canje de todos los pasivos y activos en dólares por pesos indexados a la inflación. De este modo, se cubre el riesgo a que vuelva la hiperinflación que la paridad 1 a 1 entre el peso y el dólar eliminó en 1991 y, descontando una depreciación inicial importante del peso (probablemente del 50%), si el país recupera la confianza de los inversores con la nueva política económica y la actividad se reactiva, el peso recuperaría a medio plazo parte del valor perdido.
Un plan de estas características también penalizaría a los inversores a corto plazo, a los que Cavallo llamó "buitres", y beneficiaría a los estables, según expertos españoles, que creen que, si la devaluación es inevitable, lo mejor es que se tomen medidas para que sea lo menos dura para los argentinos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de diciembre de 2001