Argentina está al borde de un baño de sangre al vivir amenazada por una bomba social -"millones de personas han ido a nutrir el contingente de pobres"-, y una bomba financiera llamada corralito, que afecta a más de dos millones de ahorradores que pueden perder sus depósitos en los bancos. Éste fue el dramático escenario que dibujó ayer el presidente argentino, Eduardo Duhalde, en una reunión con la prensa extranjera.
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Duhalde no se anduvo por las ramas: Argentina está hoy en una ciénaga, pero todavía hay escalones hacia abajo. Lo que viene después es la anarquía, el caos y la violencia, advirtió.
Duhalde recurrió al historiador Félix Luna para resumir la crítica situación de Argentina: habría que remontarse a la independencia para encontrar una situación de igual gravedad. ¿Qué quiere el presidente? "Ser un país normal, con políticos, empresarios y periodistas normales".
El presidente recordó el empobrecimiento de la clase media, 650.000 personas en la capital y la provincia de Buenos Aires en 2000 y una cifra superior el año pasado, llamó la atención sobre la degradación de la situación social, en la que los excluidos, los que están fuera del sistema, ven a cada persona como su enemigo, mientras aumenta de manera alarmante el número de armas en poder de los argentinos. "Muchos excluidos ven a los incluidos como sus oponentes".
Recordó que a raíz de los saqueos del mes pasado, mucha gente tuvo miedo, y se armó en sus casas y en sus barrios cerrados. "Los pueblos pueden tolerar muchas situaciones, Argentina es un claro ejemplo, pero no pueden tolerar la anarquía".
La otra amenaza, la congelación de los depósitos bancarios, es lo que Duhalde describe como "una bomba de tiempo". "Si no se desactiva y estalla no solamente no cobrarán los ahorristas, sino que causará graves daños a la economía". Para evitar el estallido, el Gobierno ha ampliado las restricciones. En palabras de Duhalde, "hemos colocado un cerrojo mayor al corralito". Ante tanta desolación, el presidente confía en que sus conciudadanos esperen a juzgarlo a partir de sus resultados, porque, admitió, el crédito de los políticos y el suyo propio está bajo mínimos. "Espero que me crean cuando me vean trabajar".
La realidad ratifica día tras día los mayores temores. Mientras hablaba en el Palacio presidencial, miles de desocupados se manifestaban en el centro de Buenos Aires para reclamar planes de trabajo y alimentos. En numerosas oficinas bancarias se repetía la misma imagen: colas interminables de angustiados ciudadanos que no lograban ser atendidos o no acertaban a comprender las explicaciones que recibían sobre el paradero de sus fondos. Todo ello se desarrollaba pacíficamente, aunque la rabia contra los bancos se palpa y se siente con violencia.
Duhalde insiste en que las medidas que está adoptando su Gobierno tratan de reordenar el país. Dentro de cuatro o cinco meses el dólar fluctuará libremente, vaticinó, pero al mismo tiempo reconoció lo que la inmensa mayoría de argentinos saben desde hace tiempo: "La plata [el dinero] no está en el banco porque está prestada, a cuatro años y medio de promedio". En estas condiciones, ¿quién tiene garantías de que recuperará sus depósitos? Nadie, ni el presidente, está en condiciones de responder a esta pregunta. Sí explicó que varios expertos asesoran al Ejecutivo "para tomar la mejor decisión" y aseguró, sin mayores detalles, que esta semana se encontrará la solución al problema del corralito.
Una cordial relación con España
El presidente argentino abogó ayer por una investigación sobre la fuga de capitales del último año. La juez María Servini de Cubría ha requerido información al Banco Central sobre el posible vaciamiento de los bancos en los últimos cinco meses. Se refirió Duhalde a la decisión de transformación a pesos de las tarifas de servicios públicos privatizados, que afectan directamente a empresas españolas como Telefónica, Endesa y Gas Natural, entre otras. 'Las tarifas que pagamos en Argentina son más elevadas que en otros países. Algo ha fallado. Mi obligación como presidente es poner esto en su lugar'. Y admitió que la seguridad jurídica se ve afectada, pero 'hay otras muchas seguridades afectadas en un país en crisis como la nuestra'. Confirmó que ha mantenido dos conversaciones cordiales con José María Aznar -'tengo con él un trato amistad'-, destacó la 'actitud comprensiva del presidente español y, en un ejercicio de diplomacia, negó presiones. 'Si las ha habido de empresas a mí no me han llegado', aseguró. 'Si hacemos las cosas bien, las empresas que se han ido volverán'. A su archienemigo dentro del peronismo, Carlos Menem, le recomendó guardar 'un respetuoso silencio, porque Argentina está de luto'. Y recordó que el Gobierno del ex presidente tiene una importante cuota de responsabilidad en la crisis actual. Menem ha dirigido diversos dardos envenenados contra Duhalde, a través de entrevistas en el extranjero y anuncios en los periódicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de enero de 2002