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LA CRISIS EN ARGENTINA

El FMI concede a Argentina un año para devolver una parte de la deuda

Las protestas arrecian en el país por la inmovilización de los ahorros de los ciudadanos

El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio ayer un año de gracia a Argentina para que reembolse los préstamos concedidos por esta organización internacional a las autoridades argentinas. Esta decisión del Fondo se produce en un momento en que el caluroso verano recalienta la crisis argentina. Los brotes de furia y las protestas se reproducen en todo el país. El malestar está a flor de labios en las colas de los bancos, donde los ancianos aguardan resignados para cobrar jubilaciones de 200 pesos de promedio y los indignados clientes procuran hallar un agujero por el que fugarse del corralito.

Argentina, que debe más de 140.000 millones de dólares, anunció bajo la presidencia del efímero Adolfo Rodríaguez Saa, en diciembre, la suspensión de pagos de la deuda. Ésta se hizo efectiva en la primera semana de enero.

La decisión del FMI supone el retraso por un período de doce meses de un pago de 741 millones de dólares que Argentina debía realizar hoy. "Esa decisión muestra el deseo del Fondo de ayudar a Argentina a superar su difícil situación económica y social", dijo al respecto el director ejecutivo del FMI, Horst Koehler. La institución señaló que estaba previsto que Argentina realizara el pago de esa cantidad el 17 de enero y que, tras este aplazamiento, la nueva fecha para efectuar el abono es el 17 de enero de 2003.

En el terreno interno, el Ministerio de Economía estudiaba ayer medidas para aflojar las cadenas que sujetan a los ahorradores, pero por las noticias que trascienden parece claro que nadie podrá disponer de una pequeña parte de sus ahorros en dólares antes de un año. El corralito inmoviliza el dinero necesario para trabajar, comer, vivir. La ansiedad se desborda en las colas de las casas de cambio, adonde llegan los que quieren vender los dólares que pensaban guardar o comprar los dólares con los que creen que podrán salvarse al revenderlos en poco tiempo más.

Cargados con su pila de demandas (salarios atrasados, puestos de trabajo, alimentos, medicamentos, subsidios a desocupados, justicia, seguridad), la mayoría de los ciudadanos argentinos parecen detenidos en una fila infinita formada durante años ante una ventanilla en la que nadie atiende nunca.

La tendencia a la "pesificación voluntaria" dentro del "menú de alternativas" era la opción por la que se inclinaban la mayoría de los funcionarios del equipo económico, además de facilitar la utilización de una parte del dinero retenido en cuentas como medio de compra con tarjetas, cheques o transferencias o de pago de impuestos, facturas y cuotas de crédito, pero siempre dentro del sistema para evitar que una mayor disponibilidad de pesos dispare la demanda de dólares y el alza de la cotización provoque un rebrote descontrolado de la inflación.

Sin operaciones en la Bolsa de Comercio desde el pasado 4 de enero, el dólar reemplazó al índice promedio de las acciones líderes y al de riesgo del país como termómetro diario de la crisis argentina. La cotización en el mercado libre es título de portada en los telediarios y de primera plana en los periódicos. El Banco Central vendió más de 10 millones de dólares en dos días para desalentar a los especuladores y su intervención retuvo ayer la cotización en 1.85 pesos por dólar. En el mercado de compras a futuro la cotización oscilaba alrededor de los 2,30 pesos por dólar hacia finales de enero.

Los ciudadanos volvieron a manifestarse ayer contra la incautación de los depósitos y ahorros en varias ciudades y pueblos de todo el país. En Liniers, un barrio al oeste de Buenos Aires, los vecinos montaron un corralito humano para cercar a siete sucursales de bancos extranjeros. En Comodoro Rivadavia, al sur, sobre el océano Atlántico, una jueza ordenó detener por unas horas al gerente de una sucursal de la Banca Nazionale del Lavoro que se negaba a restituir 75.000 pesos a tres clientes y convocó a un cerrajero para abrir el tesoro del banco.

En La Quiaca, al norte, en la frontera con Bolivia, un grupo de desocupados se "crucificó" sobre los postes de luz y teléfono a lo largo de la calle principal. Entre ellos, el español Jesús Olmedo, párroco del pueblo. Las mujeres se ataron a los palos que cruzaban los postes con cadenas o trapos y apoyaban los pies en el piso. Los hombres eran ubicados más arriba y sostenían sus pies sobre tacos de madera.

Olmedo dijo que "la crucifixión es simbólica y real, porque es la cruz de todos los días del hambre, la injusticia, el dolor".

Entre la espada y la pared

El presidente argentino, Eduardo Duhalde, ha señalado en CNN+, en la primera entrevista que concede a un medio español, que no ha recibido presiones de las empresas españolas. Duhalde recalcó que Aznar le expresó su 'comprensión' sobre las medidas económicas adoptadas, que, según el presidente, tienen que ver únicamente con la situación crítica que atraviesa Argentina, que se encuentra 'entre la espada y la pared'. 'Sabemos que se debe brindar seguridad jurídica a los inversores', pero antes, dijo, 'tiene prioridad la seguridad de un pueblo que está al borde de una guerra civil'. Según Duhalde, Argentina está 'al borde del enfrentamiento pobres-ricos, sectores pobres-clase media, que ven al otro como un oponente'. Añadió que se trata de una situación 'difícil, preanárquica y caótica', en un país en el que el 40% de la población vive en la pobreza, con una clase media 'en estado de aniquilación'. Duhalde expresó su temor a que se generalice la violencia en las calles, si no se encuentran rápidamente soluciones a la crisis, ya que 'una escala más abajo de la depresión están las situaciones incontrolables'.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de enero de 2002

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