Arthur Andersen se planteó ya en febrero del año pasado abandonar la auditoría de Enron, en vista de cómo la compañía de Houston desviaba a otras entidades bajo su control pérdidas y deudas que no quedaban reflejadas en los balances oficiales. La auditora no tomó medidas y Enron quebró. Tras conocerse este nuevo aspecto del escándalo, Enron anunció ayer su decisión de despedir a Arthur Andersen como auditora de la compañía. Además, la empresa energética evitó pagar impuestos sobre sus ingresos durante cuatro años mediante la creación de 881 filiales en paraísos fiscales.
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Un informe interno de Arthur Andersen fechado el pasado 6 de febrero da cuenta de una reunión en la que responsables de la compañía abordaron la ingeniería financiera de Enron y en particular lo relativo a LJM, una de las partnerships (empresas asociadas) creadas como entidades independientes para enmascarar las operaciones con pérdidas. El auditor mantuvo su relación con Enron, al que también ofrecía servicios de consultoría. Un portavoz de Andersen presentó la reunión como una medida rutinaria que se hace cada año con respecto a todos los clientes.
Las partnerships ocultaban del orden de 600 millones de dólares en pérdidas y deudas por 1.000 millones. Su reconocimiento público en octubre y el consiguiente reajuste de los balances de Enron fue el catalizador de la crisis que acabó con la suspensión de pagos de diciembre y la apertura de una masiva investigación en el caso.
Ayer, mediante un comunicado, la empresa anunció su decisión de cortar relaciones con la auditora. Explica que, aunque ha querido conceder "el beneficio de la duda" a Andersen, no desean mantener la vinculación, "sobre todo tras el anuncio de la destrucción de documentos por parte del personal de la auditora y las acciones disciplinarias tomadas contra varios socios de Andersen que trabajan en la oficina de Houston". Añade que seleccionará "inmediatamente" a otra auditora.
Enron también empleó firmas radicadas en paraísos fiscales para escamotear el pago de impuestos sobre la renta. La compañía enviaba fondos a estas sociedades, donde un intermediario se quedaba con una comisión y repatriaba el resto en una forma exenta de impuestos.
Así la empresa de Houston no pagó impuestos sobre sus ingresos durante cuatro de los últimos cinco años gracias al uso a gran escala de paraísos fiscales. La compañía energética creó 881 subsidiarias, de ellas 692 en las Islas Caimán, otras 119 en Turks y Caicos, 43 en la isla Mauricio y 8 en Bermudas. Según The New York Times, la técnica empleada consiste en transferir los beneficios a una empresa asociada que no está sujeta a las leyes fiscales de Estados Unidos, como un banco con sede en un paraíso fiscal.
Este asociado, tras cobrar una prima por sus servicios, devuelve después los beneficios a Estados Unidos bajo una figura legal que está exenta de impuestos según las leyes fiscales norteamericanas. El sistema es aplicado con cada vez mayor profusión por las grandes empresas estadounidenses, por lo que el Gobierno de Bill Clinton intentó, sin éxito, derogarlo.
Gracias a éste y otros métodos contables empleados, Enron no pagó impuestos por sus ingresos durante los años 1996, 1998, 1999 y 2000. Además, en ese periodo, la empresa acumuló derecho a devoluciones de impuestos federales por 378 millones de dólares (427 millones de euros, 71.070 millones de pesetas).
Harvey Pitt, presidente de la Comisión del Mercado de Valores (SEC) de Estados Unidos, consideró ayer "trágica y sin precedentes" la quiebra de Enron en el acto de presentación de las medidas que se van a auspiciar desde la SEC para evitar la repetición de casos como el de Enron, cuyos balances de fábula fueron aprobados por Arthur Andersen. Pitt insistió en que el caso Enron es el último de una serie, lo que pone de manifiesto la necesidad de una profunda revisión de un sistema de control plagado de errores.
Fallos en las auditorías
Pitt fue muy duro en el diagnóstico de las deficiencias, antes de concluir con la propuesta de que se cree un organismo con capacidad disciplinaria y de control de calidad regido por el sector privado bajo tutela de la SEC. Los estudios para la creación del ente, en los que participan las auditoras, se encuentran en estadios preliminares. La propuesta suscitó el escepticismo de algunos analistas, por considerar que los auditores, que también intervendrán en su gestión, tienen una clara historia de fracasar en la autorregulación efectiva de su actividad.
La vertiente política del caso quedó subrayada ayer por una carta remitida por el congresista Henry Waxman, muy activo en esta crisis, al vicepresidente Cheney en la que le pide explicaciones sobre 17 medidas adoptadas por su grupo de trabajo sobre energía, medidas que eran también patrocinadas por Enron.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de enero de 2002