El presidente argentino Eduardo Duhalde, que cumplió ayer su primer mes al frente del Gobierno, mantuvo ayer una larga reunión con con su gabinete de ministros para diseñar las medidas con las que hacer frente al fallo del viernes de la Corte Suprema que declaró inconstitucional el decreto firmado por el ex presidente Fernando de la Rúa a finales de noviembre y las reglamentaciones posteriores por considerarlas "irrazonables porque no importaban una simple limitación a la propiedad, sino su aniquilamiento". Anoche (madrugada en España), el Gobierno anunció que hoy dará a conocer su plan económico con el que pretende sacar a Argentina de la terrible crisis en que está sumergida.
Nunca antes, fueron tan impopulares los miembros del máximo tribunal argentino
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- Tema:: La crisis argentina
- Participación:: La opinión de los lectores
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El plan debía de haberse presentado ayer pero la decisión del Supremo lo retrasó para practicarle las modificaciones oportunas, que garanticen una retirada ordenada de los depósitos bancarios para "proteger" a los ahorradores y evitar el colapso del sistema financiero.
En el estrecho sendero legal para atravesar el conflicto desatado por la Corte se estudiaban medidas para abrir algo más el corralito bancario -como la de permitir la retirada sin límites de fondos de las cuentas donde las empresas depositan los salarios-, y la posibilidad de que los bancos emitan bonos, títulos o cheques certificados para que los clientes los puedan utilizar en la compra de bienes o el pago de servicios con los depósitos como garantía.
El fallo del Supremo obliga a la devolución de los ahorros pero no aclara en qué moneda y a qué tipo de cambio, ni prohíbe la oferta de valores que puedan sustituirlos hasta la restitución definitiva de la imposición original. De tal modo, cuando alguna demanda reclame el amparo y llegue mediante un recurso de apelación a la Corte, el nuevo decreto podría aceptarse dentro de las limitaciones al ejercicio de ciertos derechos, por un plazo breve y determinado, que la Constitución contempla cuando se trata de situaciones de emergencia pública. Claro que, como en tantos otros casos, el Supremo mirará la conveniencia política antes de leer los artículos de la Constitución y de interpretarlos a gusto.
Las fuentes consultadas en el Ejecutivo aseguran que "ya no hay más diálogo ni tratos con la Corte". Para ellos, todas las cartas están jugadas. "O ellos, o nosotros", insisten. Un comunicado de la cancillería argentina firmado por el ministro de Exteriores, Carlos Ruckauf, aseguró que el Gobierno "dictará normas de su incumbencia y propondrá leyes que protejan a los ahorristas".
Los funcionarios sospechan de supuestas intenciones políticas. La mayoría percibe la cabeza del Poder Judicial como un foco de resistencia del menemismo, por la reconocida vinculación que la Corte tuvo con e l Gobierno del peronista Carlos Menem desde que el ex presidente elevó de cuatro a nueve la cantidad de sus miembros. Desde el comienzo de su mandato de 10 años, Menem dispuso de lo que se dio en llamar la "mayoría automática" para avalar sus decretos y llegó al extremo de imponer a un amigo suyo, Julio Nazareno, con el que compartía despacho en la provincia de La Rioja, como presidente del Tribunal. Las insinuaciones son tan obvias que ayer Menem tuvo que responder en público, afirmando que no tiene "la fuerza para influir en un fallo tan importante". "Con la gente de la Corte no hablamos hace u n montón de tiempo", añadió el ex presidente.
Después de asimilar el puñetazo, valorado internamente como "un verdadero golpe institucional, casi un golpe de Estado", el presidente recordó ayer que el corralito fue creado por decreto del ex presidente de la Rúa a instancias del entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, y aseguró que los miembros de la Corte intentaron un "chantaje" al Ejecutivo y "pidieron que no se les enjuiciara" después de que en el Congreso se integrara la comisión de Juicio Político. En la cacerolada del viernes los ahorradores reclamaban como siempre la devolución de su dinero, pero pedían a la vez la renuncia de la Corte. "Suprema a la cacerola", decían los carteles, además de "Corruptos, renuncien ya". En medios periodísticos se asegura que el Supremo ha logrado algo impensable hace unos días: unir a las fuerzas políticas, al Parlamento y al pueblo detrás de Duhalde y contra los jueces.
El fallo no resultó inesperado ni imprevisto para el Ejecutivo. Julio Nazareno, el presidente de la Corte, y otros miembros del tribunal mantenían reuniones reservadas con funcionarios y ministros y habían hecho saber su preocupación porque nadie parecía salir en defensa del tribunal. Las caceroladas de cada jueves para reclamar la renuncia en pleno de los nueve integrantes de la Corte convocaban cada vez más manifestantes frente al Palacio de los Tribunales y seguían luego a las puertas de los edificios del barrio norte donde viven el propio Nazareno y otros miembros.
En la Cámara de los Diputados se formó al fin la Comisión de Juicio Político contra los jueces de la Corte Suprema y la próxima semana comenzará la revisión de 28 demandas que permanecían dormidas. En cuanto decida cuáles admite a trámite se iniciará el proceso que antes de dos meses podría pasar al Senado, constituido en cámara de sentencia. "Vamos a trabajar mañana tarde y noche. En 30 días podría estar formulada la acusación contra los miembros de la Corte en la Cámara de los Diputados y pasar a sentencia al Senado", dijo el diputado peronista Sergio Acevedo, presidente de la Comisión de Juicio Político. No se descarta que la creciente presión popular y las caceroladas acaben mucho antes con la carrera de los nueve jueces.
Cómo se puede sacar dinero
Viernes, mediodía de verano, plaza de Mayo. El sol abrasa. La crisis se expone brutalmente como una fractura. La pequeña multitud que colma las calles vuelve una y otra vez los ojos a las pantallas indicadoras de la cotización del dólar. Huele a residuo, a sudor, a sangre por venir. Cientos, miles de pies, de zapatos viejos, de zapatillas de marca raspan las aceras, el pavimento roto hasta los primitivos adoquines. Se ven las capas de asfalto superpuestas de los parches en los agujeros de la calzada. De pronto, un ahorrador que llevaba audífonos y escuchaba radio, da aviso a los demás de la cola sobre el fallo de la Corte. El hombre no se decide a dejar la cola en la que espera hace tres horas que le vendan dólares. Quiere irse 'ya' a la sucursal que le corresponde a pedir que le devuelvan el dinero. Alguien le explica que no será tan simple ni sencillo. El tribunal sólo se pronuncia sobre el expediente que le llega por vía del recurso. La sentencia de la Corte obliga a todos los jueces de los tribunales inferiores a resolver los casos similares en el mismo sentido, pero hay que iniciar la demanda. El hombre comprende, calla, se resigna y se entera: para beneficiarse con una sentencia similar a la del fallo del Supremo, los clientes tendrán primero que presentarse en la ventanilla de su banco acompañados de un notario, pedir la restitución de su depósito, dejar constancia en un acta si se lo niegan y luego presentar todos los papeles y certificados en los tribunales. En estos casos no hay instancias de pruebas y los bancos ni siquiera se molestarán en presentar recursos porque el juez, salvo alguna objeción de forma, tiene que dictar sentencia en línea con la resolución de la Corte. Todo el trámite se puede demorar dos semanas si hay buena predisposición en el juzgado, salvo que se produzca una avalancha de demandas y los despachos se desborden. Dólar, dolor, peso, carga, fatiga, humillación. Un hombre se quita un zapato y golpea las puertas de acero del Banco Hipotecario. Un grupo de manifestantes se reconoce por el cartel que llevan colgado al cuello: 'Puse dólares, quiero dólares'. Entre ellos, una mujer se ahoga de nervios y de bronca antes de poder explicarse: 'Me dan mis dólares en cuotas y en pesos, al cambio de 1,40 y después tengo que ir a otra ventanilla para comprárselos a ellos a 1,80, pero ¿se da cuenta, usted se da cuenta?'. Luego, se aleja hacia las ventanillas y comienza a gritar: '¡Ladrones, hijos de puta!'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de febrero de 2002