Los servicios mínimos se cumplieron en los aeropuertos nacionales, pero más de 70.000 personas se quedaron en tierra. Hasta las 19.00 de ayer, habían aterrizado o despegado 940 de los 1.661 vuelos programados. La situación se agravó por la huelga de controladores aéreos en cinco países europeos, lo que provocó retrasos en algunos vuelos. Decenas de pasajeros tuvieron que esperar horas rodeados de basura debido al paro de los servicios de limpieza.
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Niños durmiendo en los pasillos, manchas de suciedad en el suelo, latas de refrescos acumuladas... Sólo había que echar un vistazo a los pasillos de los aeropuertos para comprobar que por allí también había pasado la huelga. Para el día de ayer estaban programados 1.661 vuelos en salidas y llegadas. Hasta las siete de la tarde habían despegado 940, según informó Aeropuertos Nacionales y Navegación Aérea (AENA).
En Barajas, más de 350 vuelos lograron cumplir los servicios mínimos. En un día normal entran y salen de Madrid unos 1.000 aviones. Por eso, muchos pasajeros tuvieron que armarse de paciencia para esperar horas y horas. Sus vuelos habían sido cancelados. Se apuntaron en lista de espera, pero ninguna compañía garantizaba cuándo podrían viajar. La jornada transcurrió sin incidentes, aunque la Guardia Civil tuvo que sofocar pacíficamente un motín de pasajeros en un vuelo con destino Jerez, que llegó a acumular un retraso de cuatro horas, según informó Efe.
Una pareja residente en Colombia, Carlos Sobrino y Linda Espinosa, se encontró a las once de la mañana con su vuelo cancelado y la espera como única opción. A la hora de comer, los dos descansaban sentados en el pasillo. En sus brazos dormían profundamente sus dos hijos, de uno y tres años. "La compañía nos llamó a Cartagena (Colombia) y nos dijo que si había algún problema nos lo solucionarían enseguida. Por eso nos arriesgamos", contaba Carlos.
Su mujer, Linda, fue previsora y se trajo desde Colombia algo de comer y una botella grande de agua. Fue casi lo único que pudieron tomar en todo el día. Los bares y restaurantes del aeropuerto secundaron la huelga al 100%. Se vendían revistas, libros, pañuelos, chocolatinas caras y discos compactos porque algunas tiendas estaban abiertas. Pero ningún local de restauración. Tampoco trabajaron los limpiadores. Barajas estuvo todo el día lleno de basura por todas las esquinas, sobre todo vasos y latas de las máquinas expendedoras de comida y bebida, que también se quedaron vacías.
Las cafeterías cerraron nada más comenzar la huelga, a las doce de la noche. Los piquetes informativos se encargaron de que no trabajara nadie dentro de los locales. Lanzaron petardos dentro de algunos sitios que estaban abiertos, y advirtieron a los trabajadores: "Tenéis media hora. En media hora volveremos y tenéis que estar cerrados". Al minuto, los candados estaban puestos y no se quitaron en todo el día.
En El Prat (Barcelona), la situación era similar en cuanto a cierre de bares y quioscos y en el servicio de limpieza. El seguimiento de la huelga fue amplio entre los trabajadores -un 85%, según los sindicatos- aunque hubo muchas quejas por el porcentaje de servicios mínimos establecido. Hasta las siete de la tarde habían operado 164 vuelos de los 272 previstos, lo que supone una cancelación de más de cien vuelos. Algunas compañías, como Spanair, doblaron estos mínimos porque, afirmó la empresa, "los trabajadores no secundaron la huelga". Según los sindicatos, esta compañía realizó "competencia desleal" aprovechando la huelga, acusación negada por la empresa.
El seguimiento de la huelga general en el Aeropuerto de Fuerteventura puede calificarse de absoluto. La programación de vuelos para el día de ayer se redujo a 11 vuelos de los más de 100 que se programan por termino medio en este aeropuerto canario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de junio de 2002