El presidente argentino, el peronista Eduardo Duhalde, anunció ayer, para sorpresa de muchos, el adelanto de las elecciones al mes de marzo del año 2003, que estaban previstas para septiembre de ese mismo año. "Algo ha sucedido para que se haga el anuncio de esta forma", se quejaba Carlos Maestro, portavoz de los senadores de la Unión Cívica Radical (UCR), partido que apoya en el Parlamento al Gobierno y que no fue consultado en ningún momento.
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Duhalde insinuó que su decisión tiene que ver con el "próximo" acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que debe reincorporar a Argentina a la comunidad financiera. El presidente dejó abierto el interrogante de si las elecciones serán generales o simplemente presidenciales. "Yo deseo que los argentinos puedan elegir a todos, pero esto corresponde a los congresistas y los gobiernos provinciales", dijo Duhalde en un mensaje difundido por radio y televisión. La primera interpretación de varios dirigentes políticos es que el adelanto de los comicios demuestra que Duhalde es un presidente debilitado, cuyo único objetivo se reduce a firmar el anhelado acuerdo con el FMI. El organismo dio la semana pasada un balón de oxígeno al postergar por uno año el vencimiento por 1.000 millones de dólares que Argentina debía cancelar a mediados de mes. Pero, probablemente puso algunas condiciones que transmitió al ministro de Economía, Roberto Lavagna, que el fin de semana regresó de Washington.
El calendario contempla la celebración de elecciones internas abiertas y simultáneas en todos los partidos el próximo mes de diciembre, comicios generales en marzo y la investidura del nuevo presidente hacia el 25 de mayo. Para adelantar las elecciones habrá que modificar la ley de acefalía, en virtud de la cual Duhalde fue designado presidente provisional por el Congreso el pasado 1 de enero. Se cerró así una grave crisis política que costó una treintena de muertos, se llevó por delante al anterior presidente elegido, el radical Fernando de la Rúa, y a otros tres designados por el Parlamento.
En seis meses, Duhalde puso fin al régimen de convertibilidad y devaluó el peso, mientras la crisis económica, política y social alcanzaba dimensiones desconocidas. Sin crédito ni credibilidad internacional y con escasa legitimidad al no haber sido elegido, el apoyo político se fue esfumando con lo que las posibilidades de terminar el mandato de De la Rúa, hasta diciembre de 2003, eran prácticamente nulas. La alternativa era, pues, convocar elecciones anticipadas.
Duhalde romperá la tradición, reservada hasta ahora a algunos presidentes radicales y de la que se mofaban los peronistas, de entregar el poder antes de completar el mandato. Sucedió con Raúl Alfonsín y con Fernando de la Rúa. Duhalde será el primer peronista que dimitirá para dar paso a elecciones anticipadas. La inesperada convocatoria abre una controversia jurídica de proporciones incalculables sobre la posibilidad del ex presidente Carlos Menem de presentar su candidatura presidencial. El anterior mandatario es uno de los principales aspirantes dentro de las filas del Partido Justicialista y, de hecho, está en campaña desde hace semanas. Nadie cuestionaba su derecho si las elecciones eran en septiembre del 2003, ya que habría transcurrido un mandato completo desde que Menem entregara el poder. Pero las cosas han cambiado. La Constitución señala que "el presidente y vicepresidente duran en sus funciones el término de cuatro años y podrán ser reelegidos o sucederse recíprocamente por un solo período consecutivo. Si han sido reelectos, o se han sucedido recíprocamente, no pueden ser elegidos para nunguno de ambos cargos, sino con el intervalo de un período". Menem ratificó su decisión de presentarse a las elecciones, según dijo su sobrino Adrián.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de julio de 2002