España retiró al caer la noche de ayer a los 75 legionarios desplegados en Perejil desde el miércoles, tras acordar con Marruecos desmilitarizar el islote en un pacto que promovió y garantizó EE UU. La intervención del secretario de Estado Colin Powell condujo al fin de la crisis a las 19.29 horas, dentro del plazo que se habían marcado los negociadores españoles y nueve días después de la ocupación por gendarmes marroquíes.
El compromiso habrá de ser perfeccionado el lunes en Rabat por las dos partes, pero Madrid lo consideró ya anoche suficiente para que, apenas alcanzado, los legionarios españoles que desalojaron el 17 de julio a las fuerzas de Rabat comenzaran, poco después de las 20.00, la evacuación hacia Ceuta. El Ministerio de Defensa informó luego de que el 'repliegue' concluyó con normalidad 'un minuto antes de las 10 de la noche'.
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El acuerdo prevé 'restablecer la situación que existía respecto a la isla antes de julio de 2002', es decir, volver a lo que España considera el statu quo de los últimos 40 años, cuando nadie tenía fuerzas permanentes en el islote. Y lleva la marca de EE UU hasta el punto de que fue anunciado en Washington por el Departamento de Estado como un 'compromiso alcanzado entre Marruecos y España'.
El Gobierno español lo confirmó hora y media más tarde, con un comunicado en el que anunciaba que la ministra de Exteriores, Ana Palacio, y su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, se reunirán en Rabat el lunes. Aún no había, para entonces, confirmación marroquí.
De este planteamiento se deduce que el pacto de ayer se limita a la garantía básica de desmilitarización que pedía España para desocupar Perejil y que siguen pendientes de respuesta muchas de las demandas marroquíes que se han oído estos días sobre la apertura de un diálogo acerca de una multitud de problemas, entre los que Benaissa ha mencionado incluso a Ceuta y Melilla.
Probablemente esto explique la gran discreción y parquedad con que fue anunciado el acuerdo. El Departamento de Estado sólo dijo que se vuelve al statu quo. Y lo mismo afirma la escueta nota oficial del Gobierno español, donde se informa de que: "España y Marruecos han llegado a un acuerdo sobre la Isla de Perejil que supone la vuelta al statu quo anterior al mes de julio".
Ni el presidente del Gobierno, José María Aznar, ni el vicepresidente primero y portavoz del Gobierno, Mariano Rajoy, ni la pministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, o alguno de los demás integrantes del minigabinete congregado casi permanente en La Moncloa durante las últimas 48 horas para resolver la crisis hizo declaraciones adicionales o dio más información sobre lo acordado.
Por parte marroquí, la reacción fue todavía más parca, ya que hasta las 22.00 no hubo confirmación oficial de que Rabat aceptara el acuerdo, aunque algún alto funcionario anónimo había reconocido antes a alguna agencia de noticias que existía el compromiso.
Horas de confusión
El comunicado marroquí no menciona en ningún momento la vuelta al statu quo, y habla sólo de la retirada española lograda "gracias a los loables buenos oficios" de Washington.Coincide con el comunicado español en anunciar la cita de mañana de los dos ministros de Exteriores.
Para más confusión, la agencia estatal marroquí, MAP, transmitía hacia la misma hora en que Powell anunciaba el arreglo en Washington la noticia de que Benaissa desmentía las declaraciones que hizo el pasado viernes a la SER en el sentido de que su país no volvería a ocupar Perejil si se iban los españoles.
El Gobierno español exigió el viernes que Rabat diera oficialmente seguridades de que eso no ocurriría para ordenar la retirada de la Legión y reanudar el diálogo con Marruecos. Finalmente, y en virtud del compromiso de ayer, la garantía deriva sobre todo del padrinazgo de EE UU.
Marruecos, por su parte, vio atendida a las diez de la noche de ayer su demanda de que Perejil fuera desalojada como condición indispensable para sentarse a negociar. Ahora, ya puede hacerlo, pero es evidente que el ambiente sigue sin ser bueno.
Las duras declaraciones de Benaissa en París del viernes por la tarde, cuando tachó a España de "país agresor" y exigió la retirada incondicional de los legionarios desplegados en el islote provocó tal malestar en Madrid que Aznar optó por aplazar un compromiso que podía haberse cerrado aquel día mismo.
En el comunicado oficial español de ayer no hay ninguna referencia amistosa, ni siquiera de cortesía, a Marruecos o a su comportamiento en las frenéticas negociaciones. Las únicas alabanzas son para el garante americano que se empeñó a fondo en el tema cuando vio que el contencioso podía derivar en un conflicto capaz de aumentar la inestabilidad en el Mediterráneo. Lo mismo ocurre con el comunicado marroquí. Mientras, el texto del secretario de Estado de los EE UU señala que el compromiso "beneficia a los intereses de ambos países y puede servir como base para pasos posteriores que mejores sus relaciones bilaterales", informa Javier del Pino.
El ambiente será no obstante difícil cuando Ana Palacio se reúna con Benaissa mañana. Fuentes diplomáticas españolas no fueron capaces de precisar anoche si la ministra se llevará consigo al embajador en Rabat, Fernando Arias- Salgado, llamado a consultas a Madrid en la madrugada del pasado 17 de julio. Las fuentes consultadas consideraron incluso probable que la reincorporación de Arias-Salgado se remita a un momento posterior a esa cita, y que coincida con el regreso a Madrid del embajador que Marruecos retiró el pasado 27 de octubre.
Los dos ministros tendrán, en primer lugar, que acordar cómo orientar el contencioso sobre el islote: si, por ejemplo, van a negociar o someter a alguna instancia jurídica la salida definitiva del contencioso.
Fuentes gubernamentales insistían anoche en que el compromiso alcanzado ayer se refiere "exclusivamente" a Perejil. Benaissa exigió el viernes en París que España dialogue sobre el conjunto de los problemas bilaterales, entre ellos el de la inmigración ilegal y el narcotráfico, e incluyó en el lote a Ceuta y Melilla, de las que, dijo, "habrá que hablar antes o después".
Ana Palacio ha reiterado hasta la saciedad que Marruecos sabe perfectamente que de Ceuta y Melilla no hay nada que hablar, "porque son ciudades tan españolas como Sevilla o Cádiz", según dijo el pasado miércoles ante el Congreso. En relación con los demás temas, ha mostrado una apertura total al diálogo.
El compromiso de ayer deja en suspenso la campaña internacional iniciada por Rabat para explicar sus puntos de vista acerca de sus contenciosos con España, que hubiera debido de proseguir hoy en Bruselas. Benaissa y Palacio hubieran coincidido, en efecto, en los pasillos del Consejo de la UE, creándose para la ministra española una incómoda proximidad temporal entre el conflicto de Perejil y el contencioso de Gibraltar, que tenía previsto abordar por primera vez con el ministro británico de Exteriores, Jack Straw. Esta cita, aplazada ya una vez por el cambio de Gobierno, queda pospuesta de nuevo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de julio de 2002