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Crónica:

Zidane y Figo sobrevuelan al resto

Las dos estrellas del Real Madrid levantan el perfil anodino del partido ante el Liverpool

Al margen de las contingencias tediosas de todo amistoso veraniego, Figo y Zidane se ubicaron por encima del resto. La coincidencia de estos dos futbolistas, rara durante la temporada pasada, resultó tan vistosa como letal a ojos de un público predispuesto a las celebraciones ayer en Chamartín. El Liverpool, informe y rígido, se prestó al manso papél del sparring.

REAL MADRID 2 | LIVERPOOL 0

Real Madrid: César; Salgado, Pavón, Rubén, R. Bravo; Flavio (Celades, m. 65), Cambiasso; Figo (McManaman, m. 54) Zidane (Fernando, m. 77), Savio (Solari, m. 54); y Guti (Portillo, m. 54).

Liverpool: Dudek; Henchoz, A. Xavier, Hyypia, Riise; Heskey (Baros, m. 57), Murphy, Hamman (Carragher, m. 73), Smicer (Cheyrou, m. 46), Vigna (Berger, m. 46)l; y Diouf (Biscan, m.81).

Goles: 1-0. M. 39. Figo, tras jugada personal, dispara raso desde la frontal, el balón se cuela entre las piernas de un defensor y despista a Dudek.

2-0. M. 60. Pase en profundidad de Zidane y Portillo, tras un amague, marca desde cerca ante Dudek.

Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Murphy

Unos 80.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu en el primer partido del Torneo cuadrangular del centenario del Real Madrid. Hoy juegan Milan y Bayern Múnich.

Cada vez que el francés y el portugués conectaron en la cancha sobrevolaron al resto. Más allá del Liverpool y de sus propios compañeros fueron ellos los que cargaron con el peso del deber de entretener. Sus asociaciones culminaron pasada la media hora, en un fabuloso pase de Zidane de 50 metros que Figo remató de un zurdazo desde fuera del área, aprovechando que los centrales ingleses habían retrocedido sobre Dudek. La afición celebró el gol con el estruendo del alivio. Por fin, tras siete meses de penar con un tobillo lesionado, a los ojos del Bernabéu, Figo dio señales de grandeza. Desbordó, centró con veneno, definió.

El Madrid se llevó el partido sin grandes derroches ante un Liverpool que no dejó sello alguno. El equipo de Anfield se dedicó a achicar el campo y buscar a sus puntas con balones largos. Explotó la condición atlética de sus hombres pero se vio incapaz de ofrecer mucho más, a la vista de un centro del campo sin pausa ni genio. Alrededor del largo Hamann, insípido como sus colegas, el Liverpool no consiguió jugar a nada reseñable. Del otro lado, Cambiasso y Flavio no tuvieron dificultades para imponerse a base de pases cortos y algo de astucia.

Forzando conclusiones inevitablemente apresuradas a estas alturas del mes de agosto, se puede decir que al Madrid le bastó con que Figo y Zidane jugaran medio tiempo para que los defectos futbolísticos se le suavizaran, o pasaran desapercibidos. La defensa, tan criticada durante la estancia estival en Austria, se manejó con alegría.

A la pareja de centrales que formaron Pavón y Rubén le sopló el viento a favor. La mirada paternalista del árbitro Daudén Ibáñez se sumó a la lesión que dejó a Owen en la grada, con un estiramiento muscular. A falta del goleador más impío en el bando rojo, Heskey resultó predecible -como siempre- y su compañero en la punta, el senegalés Diouf, se apagó después de dejar un par de detalles magníficos. Ante semejante pareja, Pavón se movió con flema. Rubén tuvo el mérito de vérselas con Heskey, un búfalo en los balones colgados, pero se puso nervioso ante Diuof. Sus intervenciones violentas y a destiempo fueron vistas con condescendencia por el colegiado. La salida de Zidane en el segundo tiempo contribuyó a aplanar el partido más, si cabía. Antes de irse a la ducha, el francés dejó a Portillo solo ante Dudek en una pared memorable que desconcertó a la zaga inglesa. El goleador del filial definió con sangre fría y celebró el tanto besándose un anillo, como haría Raúl.

Teniendo en cuenta las dificultades que entraña entendérselas con Flavio en el medio campo, el partido de Cambiasso no estuvo nada mal. A sus 21 años y después de cuatro años en el fútbol argentino, este medio volante compacto y colérico dio indicios de que tiene oficio para quedarse. Ayer no paró de gritarle a todos sus compañeros para que achicaran o retrocedieran, para que ajustaran las marcas o le dieran la pelota. Como un veterano. Robó bien y supo interpretar las necesidades del partido sin acomplejarse. Makelele ya tiene sustituto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de agosto de 2002