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ETA vuelve a golpear en Alicante y obliga a un gran despliegue policial

Otra amenaza de los terroristas obligó a un gran despliegue policial en la playa de Santa Pola

Alicante / Torrevieja

Cinco días después del atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola, que costó dos vidas, y con el proceso para ilegalizar Batasuna en marcha, ETA volvió ayer a sembrar la angustia en la costa de Alicante. Al filo de las dos de la tarde, una bomba con cuatro kilogramos de explosivo estalló en una hamburguesería de Torrevieja. En esta ocasión no hubo daños personales porque los terroristas avisaron al diario Gara con una hora de antelación. Anunciaron también un segundo artefacto en la playa de Santa Pola. Tras horas de intenso rastreo, los artificieros no lograron localizar el supuesto artefacto.

El nuevo atentado de ETA contra los intereses turísticos en la costa mediterránea estuvo precedido de sendos avisos, con una hora de antelación, al diario Gara y a la organización de ayuda en carretera DYA en Álava. La alerta, que contrasta con el estallido sin previo aviso de un coche bomba el domingo pasado en Santa Pola, posibilitó a las fuerzas de seguridad organizar los desalojos de las zonas señaladas por los terroristas como objetivos de las explosiones. La evacuación de vecinos y de bañistas evitó que se produjeran heridos.

La explosión de ayer en Torrevieja se produce en el marco del debate político sobre la necesidad de aplicar con "urgencia" la nueva Ley de Partidos para ilegalizar a Batasuna por su negativa a condenar las acciones asesinas de ETA.

La Delegación del Gobierno de la Comunidad Valenciana da por seguro que el nuevo atentado es obra del mismo comando que a las 20.30 del domingo pasado hizo estallar un coche bomba frente al cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola. La explosión causó dos víctimas mortales, una niña de 6 años y un hombre de 57. El delegado del Gobierno, Francisco Camps, insistió en que "se trata de un comando itinerante" que podría haber llegado a la Comunidad Valenciana el 5 de julio.

Las fuerzas de seguridad evitaron con su despliegue una nueva masacre de ETA. Alrededor de las dos de la tarde, el artefacto explosivo, compuesto de cuatro kilogramos de dinamita, estallaba en la hamburguesería Queen Burger, situada en la céntrica Rambla de Juan Mateo, en las inmediaciones de la oficina de turismo de Torrevieja.

El artefacto estaba colocado en el falso techo del aseo del local y disponía de un temporizador para activarlo. Una confusión sobre el nombre de la hamburguesería acarreó un retraso que impidió a los artifieros de los cuerpos de seguridad desactivar la bomba o, al menos, intentar su explosión controlada. Pero sí pudieron desalojar la zona y evitar posibles víctimas mortales.

La onda expansiva del artefacto, de baja intensidad según testigos directos, arrasó el interior del establecimiento, parte de la fachada del mismo -las cristaleras salieron despedidas contra los comercios cercanos- y los bajos del edificio contiguo.

Aunque la intensidad no fue muy alta, el estallido llevó el susto y la angustia a los vecinos de los inmuebles cercanos. "Escuché un fuerte ruido. Me asomé al balcón y vi una gran polvareda que venía del restaurante. Fue espantoso y sentí mucho miedo. Nos temíamos algo así después del atentado de año pasado", relató uno de los numerosos testigos.

La explosión no causó heridos ya que los cientos de vecinos de la zona -en un radio de 500 metros a la redonda- fueron desalojados o alertados para que permanecieran en el interior de sus viviendas. Pero el temor de la población fue intenso por el lugar elegido por ETA para colocar este artefacto. La hamburguesería se sitúa en el corazón de esta población turística, y justo enfrente del local discurre el paseo marítimo de Vista Alegre, el lugar más concurrido de la ciudad y paso obligado para acceder a la playa.

Al lugar del atentado se desplazaron el ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, el delegado del Gobierno y el alcalde de Torrevieja, Pedro Ángel Hernández. Zaplana destacó la ausencia de víctimas y dijo que "los asesinos de ETA sólo quieren sembrar pánico y dolor".

Simultáneamente, varios miles de personas -unas 5.000, según estimaciones del Ayuntamiento- veían alteradas sus vacaciones por segunda vez esta semana en la localidad de Santa Pola. Tras el aviso de los etarras, la Guardia Civil acordonaba de inmediato los alrededores de la discoteca Elcano, en la Gran Playa. Tras el desalojo del barrio, efectivos de los Tedax comenzaron a rastrear la zona en busca de una carga explosiva. La operación se prolongó hasta última hora de la noche, sin que los artificieros, tras inspeccionar varios cientos de metros de arena, encontraran nada.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de agosto de 2002