Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

Iberia asegura que el motor incendiado en Nueva York había sido revisado en febrero

Un pasajero español, en estado crítico tras sufrir un golpe en la cabeza en la evacuación

El avión de Iberia que el domingo tuvo que aterrizar de emergencia en el aeropuerto Kennedy de Nueva York a causa del incendio de un motor seguía ayer retenido por la Agencia Federal de Aviación estadounidense (FAA). Técnicos de la FAA abrieron una investigación sobre las causas del incendio, aún desconocidas, e Iberia, que sostiene que el motor incendiado había sido "exhaustivamente" revisado en febrero, envió a un equipo a Nueva York para colaborar en el examen técnico. Un pasajero español que sufrió un golpe en la cabeza al tratar de salir del aparato se halla en estado crítico.

La última revisión "exhaustiva" del motor dos del avión, técnicamente conocida como overhaul, fue en febrero de este año, según Iberia. Desde entonces había volado unas 2.000 horas y recorrido una distancia similar a la de 45 veces la circunferencia de la Tierra. Poco, en términos aeronáuticos. Un mantenimiento de esta índole se realiza cada tres años, cuando el motor ha completado 14.000 horas de vuelo.

El Juan Ramón Jiménez, nombre del Boeing 747-200 entregado a Iberia en 1982, fue sometido en junio a un mantenimiento menor, que consistió básicamente en una inspección por zonas del interior y el exterior. En abril de 2001 había tenido una inspección más completa, que incluyó la revisión de los sistemas y las instalaciones. Su gran parada, la revisión exhaustiva de toda la aeronave, que debe realizarse cada seis años según las normas de la Agencia Internacional de Transporte Aéreo (IATA), fue en diciembre de 1999, en los hangares de Iberia. Tras ésta despegó con nuevos motores, tren de aterrizaje, mandos de vuelo y pintura, entre otras mejoras.

Un portavoz de Iberia indicó que, por el momento, se desconocían las causas del incendio, y se negó a especular u ofrecer hipótesis hasta que los técnicos que examinaban el motor presentaran sus primeros informes. Tres técnicos de la compañía española llegaron ayer tarde a Nueva York para cooperar con la FAA. Un portavoz de esta agencia indicó que era "demasiado pronto" para sacar conclusiones.

El avión, que realizaba el vuelo IB-6250 Nueva York-Madrid, despegó el domingo por la tarde desde el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy con 17 tripulantes (tres pilotos, un mecánico y 13 auxiliares) y 369 pasajeros. Llevaba minutos en el aire cuando en el panel de mandos se encendió la señal de incendio en el motor número dos. El motor fue desconectado y el piloto pudo regresar y aterrizar sin grandes problemas en el aeropuerto neoyorquino.

Los pasajeros, sin embargo, no fueron desembarcados normalmente, sino, como ordenan los reglamentos internacionales, evacuados por las rampas de emergencia. Ello hizo que algunos pasajeros, entre 30 y 40, según Iberia, sufrieran contusiones y lesiones menores. El desembarco fue más difícil para los que viajaban en la parte trasera debido al fallo de una de las rampas.

Siete pasajeros tuvieron que ser inicialmente ingresados en el Hospital Jamaica, cercano al aeropuerto. Anoche dos de ellos seguían hospitalizados. Esteban Osorio, canario de 56 años, que recibió un golpe en la cabeza durante la evacuación, se hallaba en situación crítica al agravarse terriblemente su estado en la tarde de ayer. Osorio, residente en EE UU desde hace 20 años y paralítico debido a un accidente laboral, iba a Tenerife a visitar a su familia junto a su esposa y dos hijos. Otra mujer estaba ingresada por contusiones y fuera de peligro.

Iberia asegura que ofreció a los afectados por el incidente que quisieran proseguir viaje la posibilidad de embarcar ayer con destino a Madrid. A las 12.46 de ayer, 24 llegaron en un vuelo regular de esta aerolínea. Otros pasajeros aseguran que nadie de Iberia se ocupó de ellos en todo el día y que tras horas y horas de colas fueron remitidos a un vuelo de Delta Airlines que tenía fijada su hora de llegada a Madrid a las nueve de la mañana de hoy. Pero en las puertas de embarque se toparon con que no había sitio para todos, informa Fernando Martín.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de agosto de 2002