El "diálogo entre civilizaciones" no es desde ayer una aspiración vaga para España e Irán, sino un proyecto a preparar por sendas comisiones gubernamentales. Se pretende que fructifique en iniciativas concretas a partir del otoño de 2003 y, quizá, en la celebración de una gran cumbre de jefes de Estado y Gobierno. El proyecto, acordado ayer por el jefe del Ejecutivo, José María Aznar, y el presidente iraní, hoyatoleslam Mohamed Jatamí, es emblemático de la intención de las dos partes de potenciar, pese a las diferencias ideológicas, las relaciones políticas, económicas y sociales.
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"Por supuesto que la relación de Estados Unidos con Irán es distinta a la de España, porque España establece la política que le parece oportuna, lo que no quiere decir que no comparta los principios y responsabilidades del mundo al que pertenece", dijo Aznar en rueda de prensa conjunta con Jatamí, tras negar que hubiera recibido algún mensaje de Washington para transmitirlo a su huésped.
Previamente, ambos líderes habían presidido la firma de un Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones (APRI) y de otros dos memorandos orientados a potenciar las relaciones económicas bilaterales, uno sobre cooperación aduanera y otro sobre cooperación en materia de turismo.
Aznar y Jatamí restaron importancia a los problemas de protocolo que han derivado en polémica en torno a esta visita -"no dejemos que los asuntos protocolarios se reflejen demasiado en lo fundamental", dijo el iraní- y que ayer se redujeron al aceptar Jatamí una invitación de Aznar sobre la marcha para almorzar "en privado" en La Moncloa -"los dos solos", precisó el español-, que en principio había sido suprimida del programa por el problema del vino.
En la fiesta sin alcohol que los Reyes ofrecieron anoche en el Palacio Real, don Juan Carlos brindó a Jatamí el apoyo de España para "responder al reto de traducir los ideales de las grandes mayorías del pueblo iraní que reclaman un nuevo concepto de reforma democrática".
Por su parte, Jatamí aseguró a los periodistas que "las reformas necesitan tiempo, porque son un proceso, no un proyecto, y no puede esperarse que un Gobierno las lleve a cabo en tres o cuatro años". Y advirtió: "La democracia es un valor universal que tratamos de adaptar a los principios de nuestra religión islámica" y no "una receta que alguien pueda aplicar a otro según sus propias convicciones culturales". En ese contexto, admitió que la pena de muerte es "tema de un debate jurídico que no afecta sólo a Irán" y pidió que se compare la situación de la mujer en su país con la menos favorables de otros países vecinos, "incluso amigos de Estados Unidos", añadió, en alusión a Arabia Saudí.
"Creo que la mujer debe todavía alcanzar muchos derechos, porque ha sufrido mucho en Oriente y en Occidente", prosiguió, "y creo que su formación universitaria es muy importante. En Irán, hoy, hay más mujeres en la universidad que hombres. Hay un cambio muy positivo".
Jatamí pasó de puntillas, en cambio, sobre los encarcelamientos de intelectuales y sobre sus diferencias con el líder espiritual supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei. Simplemente dijo que a los presos se les trata bien, que en Irán no hay "dualidad de poder, sino distintas opiniones" y que él, en cualquier caso, tiene que actuar con las limitaciones que impone la división de poderes propia de la democracia.
Aznar, que no intervino para puntualizar estas afirmaciones, sí lo hizo, en cambio, cuando se abordaron temas internacionales en los que ambas partes disienten. Especialmente, en el de Irak.
Jatamí, que se declaró "contrario a cualquier ataque militar contra Irak", a "cualquier acción unilateral para resolver asuntos internacionales" y a todo cambio de Gobierno en Bagdad que no sea "voluntad del pueblo iraquí", se dijo también dispuesto "a defender la integridad territorial" del vecino, con el que ha librado una larga guerra. No obstante, convergió con la posición europea al añadir que Sadam Husein "debe cumplir las resoluciones de la ONU".
Aznar evitó reiterar en presencia de su invitado el apoyo que expresó hace un mes a una acción unilateral de EE UU, y precisó que lo que hace falta es "una resolución exigente" que impida que el incumplimiento por Irak de las decisiones de la ONU sobre desarme "queden impunes", lo que implica que el Consejo de Seguridad "tenga abiertas posibilidades de acción" porque Irak no cumplirá sin presión.
En cuanto a Oriente Próximo, frente a la solución europea y estadounidense basada en dos Estados, israelí y palestino, Jatamí afirmó que su país no apoyará nada que los propios palestinos no acepten "en referéndum".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de octubre de 2002