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Crónica:FÚTBOL

Arde el Camp Nou

La hinchada del Barça pide la cabeza de Gaspart después de la goleada del Sevilla

Brama el Camp Nou, convertido en una hoguera, con Gaspart atado a la pira y Van Gaal mirándole como un cordero desde el banquillo, incapaz de darle vida a un equipo tan desvencijado que se ha puesto a un partido del descenso. La crueldad con la que la hinchada celebró la goleada del Sevilla expresa el desasosiego. A coro y pañuelo en mano, la mayoría de aficionados que se reunieron ayer en el estadio pidieron la cabeza de Gaspart, una vez que Van Gaal se ha convertido en un actor secundario, tan superado que tuvo que dirigirse a sus jugadores por medio del delegado para no recibir la ira del aficionado. La bronca resultó sobrecogedora y, sin embargo, el presidente la aguantó a pie derecho, como si tal cosa, en una actitud desconcertante, entre desafiante o martirizadora, para él y para el club, una imagen que bien retrata el desconcierto del Barcelona de hoy día.

BARCELONA 0 - SEVILLA 3

Barcelona: Bonano; Christanval,Frank de Boer, Navarro (Gabri, m.64); Puyol (Mendieta, m.57), Xavi, Motta; Riquelme; Dani (Saviola, m.60), Kluivert y Overmars. Sevilla: Notario; Redondo, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Marcos Vales, Casquero (Samways, m.64), Torrado, Fredi; Reyes (Víctor, m. 83); y Antoñito (Toedtli,m.72). Goles: 0-1. M.4. Christanval derriba a Reyes fuera del área, pero el árbitro, tras mirar al línier, pita penalti. Lo transforma Casquero. 0-2. M.77. Notario saca de portería, la pelota bota, sorprende a De Boer y Toedtli cabecea ante Bonano, que a media salida, incapaz de evitar que el cuero bese la red. 0-3. M.88. Jugada de Marcos Vales que remata Toedlt ante el desacierto de De Boer. Árbitro: Losantos Omar. Amonestó a Christanval, Navarro, David, Samways, Antoñito y Marcos Vales. Unos 54.207 espectadores en el Camp Nou

De la actitud de Gaspart se desprende que si acaso tiene que prescindir de alguien será de Van Gaal, más que nada porque el equipo está tieso. El Barcelona empeora en cada partido y se descuelga en el campeonato, franqueando barreras, superando récords. Perdió ayer la imbatibilidad en su estadio ante un rival que ganó su primer partido en cancha ajena. Nada sorprendente si se atiende a sus números en la Liga: cinco puntos sobre los 21 disputados últimamente y tres goles: uno de falta, otro de penalti y un tercero de rebote.

El partido tuvo siempre un tufillo que tumbaba, tanto por el debate que se montó fuera del estadio con el voto de censura como por la frialdad que desprendía la grada una vez que la hinchada ha dimitido como fuerza de apoyo, desconfiados la mayoría de aficionados con el equipo y especialmente con el entrenador. El protagonismo del técnico se centra más que nada en las conferencias de prensa y en las alineaciones, y por lo que se ve, al técnico de la táctica le ha dado ahora por montar un equipo que firmaría el ácrata Rexach.

Juega el Barça cargado de defensas y delanteros y, consecuentemente, sin centrocampistas, de manera que Xavi es presa fácil para los medios rivales. Partidos por la mitad, los azulgrana no cerraron ni abrieron, faltos de ritmo y profundidad, sin fútbol de elaboración, necesitando dos y tres toques para mover la pelota. Frente a un rival desenfocado en ataque, sin jugadores de banda derecha, pues a Puyol se le demanda que haga de lateral y volante como si fuera de goma, el Sevilla tiró con saña por el callejón del medio, sabedor de que su suerte pasaba por marcar pronto las diferencias, pues a defender no le gana nadie.

El paisaje invitaba a Reyes a resolver, y el media punta maniobró como un ángel frente a los jorobados centrales azulgrana, mal puestos, siempre con el balón a sus espaldas, sorprendidos en cada contra. Reyes enganchó con los medios, rompió por la divisoria y se presentó una y otra vez en el balcón del área. A las primeras de cambio ya le sacó una falta a Christanval que el árbitro interpretó como penalti, aunque el derribo se produjo fuera del área. El error del colegiado, que se comió igualmente la tarjeta roja a Christanval, fortaleció al Sevilla y dejó al Barça noqueado sobre el Camp Nou.

El aspecto del equipo azulgrana fue descorazonador. No encontró nunca a un jugador bandera ni a un futbolista capaz de levantar a la hinchada con un gesto técnico. Apareció Overmars desfondado, a disgusto en el campo, atemorizado, incapaz de desbordar. A Xavi le faltaron jugadores para combinar. Riquelme no conectó con Kluivert. Y no hubo noticias de Dani. Las lesiones de Puyol y Navarro, tampoco ayudaron a recomponer la alineación. El árbitro estuvo igualmente insensible a la llorera del equio azulgrana, arramblado en cada jugada por un rival serio, consciente de que podía protagonizar una noche inolvidable.

La salida de Saviola, un futbolista muy afilado, no dio resultado, porque más que futbolistas, el equipo necesita un plan de juego, compromiso y complicidad, que no se aprecian por ningún sitio. Agotado y caduco, el Barcelona fue un contrario fácil de sujetar para el Sevilla, que apretó los dientes cuando tuvo que retroceder un paso ante la embestida local, falto en cualquier caso de malicia, de velocidad y de un golpe de fortuna.

Para nada se advirtió sufrimiento en el plantel andaluz, fiero guardando su portería, puesto que domina todas las facetas defensivas, desde las faltas tácticas hasta las pérdidas de tiempo, pasando por el juego subterráneo que se escapa a los ojos del árbitro. Pasada la maroma, el Sevilla cazó el segundo y tercer tanto con tanta sencillez como inmisericordia. El Camp Nou se giró entonces por última vez hacia el palco y pidió a Gaspart que se vaya de un vez. Tal que fuera un guiño del destino, para entonces ya no estaba en la cancha Puyol, el único símbolo que le queda a un barcelonismo desquiciado.

Arde el Camp Nou, y para desdicha del Barça los bomberos se confunden con los pirómanos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de diciembre de 2002