Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Crónica:La jornada de Liga | FÚTBOL

El alboroto impone su ley

Albertini empata en el último minuto después de que el Atlético y el Madrid desaprovecharan todas sus ventajas

Un excelente tiro libre de Albertini -en la tradición del milanista, que siempre encuentra la hora de quebrar al Madrid- igualó un partido más excitante que bien jugado. De hecho, fue un derby malo y alborotado que envió señales equívocas. El Madrid vivió sus mejores momentos en las peores circunstancias y casi se puede decir lo mismo del Atlético, que empató en el último minuto, con diez jugadores, después de tirar por el desa-güe la ventaja que cobró muy pronto con el tanto de Javi Moreno y la expulsión de Helguera. Por medio quedó el titánico despliegue de Figo, la decepcionante actuación de Fernando Torres y la sensación de anarquía que se instaló en el juego.

REAL MADRID 2 - ATLÉTICO 2

Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Flavio (Guti, m. 79), Makelele; Figo, Zidane (Cambiasso, m. 90), Raúl; y Ronaldo (Pavón, m. 59). Atlético: Burgos; Contra (Stankovic, m. 72), Hibic, García Calvo, Sergi; Emerson, Albertini; José Mari, Fernando Torres, Luis García (Movilla, m. 50); y Javi Moreno (Aguilera, m. 58). Goles: 0-1. M. 11. Javi Moreno, de penalti. 1-1. M. 33. Figo marca de disparo raso. 2-1. M. 44. Figo, de penalti. 2-2. M. 90 (+). Albertini, de falta directa. Árbitro: Daudén. Expulsó a Helguera por una entrada sobre Javi Moreno (m. 13) y a García Calvo (m. 63) por doble amonestación. Mostró tarjetas amarillas a Roberto Carlos, José Mari, Contra, Hibic, Sergi, Emerson y Del Bosque. Unos 76.000 espectadores en el Bernabéu. Burgos paró un penalti a Figo (m. 81).

El alboroto presidió el partido de principio a fin con una paradoja que perjudicó al Atlético, incapaz de salirse del descontrol cuando tuvo el encuentro en sus manos. Todos los factores le favorecieron tras el tiro que se pegó el Madrid en el pie: Roberto Carlos cometió un penalti absurdo, lo transformó Javi Moreno y Helguera perdió los papeles en la siguiente jugada. El Atlético salió del sarao con un gol de ventaja y un jugador más, que no es poca cosa en el fútbol. Pero lo favorable de la situación le produjo una perplejidad que le llevó a la parálisis. No se creyó el gol, como si no entrara en sus planes. Desperdició el primer tiempo con un juego que no fue ni agresivo, ni elaborado, ni nada. No tuvo un plan, y parecía bastante claro: llenar el centro del campo, mover la pelota, desgastar al Madrid y tumbarle. Quizá se necesiten buenos jugadores para que eso suceda y el Atlético anda escaso de material. Su defensa concedió unas facilidades escandalosas, producto de la incompetencia de sus centrales, que hicieron todo lo posible por restaurar al Madrid.

La delgada línea que separa la excitación del ataque de nervios fue traspasada por el Madrid en un suspiro, probablemente por el estupor que le causó el error de Raúl a dos metros de la portería. Fue una hermosa acción protagonizada por Zidane y Ronaldo, cuyo centro era gol, así de simple. Que Raúl llegara a ese sencillo remate añadía el plus de seguridad al tanto. Pero falló de manera tan clamorosa que el Madrid entró en crisis inmediatamente. Roberto Carlos le dio un viaje a José Mari en un centro trivial, cobró el Atlético ese penalti y Helguera se ofuscó en el derrote a Javi Moreno que significó su expulsión. Aquello parecía una de esas películas de chinos en la que la acción es tan trepidante que nadie se entera de lo que pasa. Y así siguió porque el Atlético lo quiso. De ahí a la derrota sólo hubo un paso, el que dio el Madrid para reponerse y dar la vuelta a un encuentro que tenía perdido.

En la peor de sus noches, al Madrid le sobra lo que al Atlético le falta: jugadores de primera categoría. De alguna manera, gente como Zidane, Raúl, Ronaldo, Figo y Roberto Carlos para fabricarse oportunidades. Eso es lo que les ha hecho figurones y eso es lo que hicieron en el momento de mayor angustia en el Madrid. Entre todos, nadie alcanzó más protagonismo que Figo, activo y valiente durante todo el partido. Era un noche para espíritus fuertes, para gente con capacidad para sobreponerse a la adversidad o para apropiarse definitivamente del encuentro, en el caso del Atlético. El Madrid los encontró en Figo y también en Míchel Salgado, Makelele o menos frecuentemente en Zidane. Al Atlético apenas le sostuvo Albertini. De Fernando Torres no hubo noticias. Pocas veces un jugador ha defraudado tanto en un partido que permitía medirle en un gran escenario. Ni estuvo ni se le esperó.

Lo curioso es que al Madrid le sucedió algo parecido a lo del Atlético. Manejó mejor la situación en la adversidad que en la abundancia, después de sus dos goles y de la expulsión de García Calvo. En los tiempos duros tuvo la virtud de no decaer y de apuntar peligro en sus llegadas al área. Lo demás corría a cuenta de los defensas del Atlético y especialmente de García Calvo, que fracasó. Primero, recibió una amonestación por una falta innecesaria, luego se fue al suelo en un balón que tenía ganado y rebotó en Figo. De ahí al gol del empate sólo medió el excelente derechazo del extremo. García Calvo completó el catálogo de errores con el penalti a Roberto Carlos: midió mal y le tiró al suelo. Fue el segundo gol del Madrid, ganador del primer tiempo cuando parecía perdido. Tuvo gente con coraje y encontró ayuda en las filas rivales.

Una decisión de Luis cambió después el paisaje del Atlético. Entró Movilla y el juego comenzó a funcionar. Primero, porque la pelota se movía con el criterio que faltaba antes. Y segundo, porque el equipo funcionaba con más dinamismo, con llegadas por los costados que amenazaban a la defensa del Madrid, amenaza que Casillas desbarató en dos grandes intervenciones. Pero allí estaba García Calvo para continuar su saga de desastres. Expulsado por una segunda amonestación, dejó al Atlético derrotado y con diez. Ante la sorpresa de su hinchada, el Madrid no aprovechó la situación, sobre todo porque se relajó en varias jugadas que sonaban a gol: una de Raúl en un mano a mano con Burgos, el penalti que detuvo el portero argentino a Figo y algunas jugadas que desperdiciaron por excesos barrocos.

Ese tipo de concesiones suelen tener una especie de respuesta moral en el fútbol, que esta vez no perdonó al Madrid. En el último minuto, Albertini embocó un tiro libre que fue recibido con un silencio sepulcral en el Bernabéu. Fue el último acto de un encuentro determinado por un alboroto que no declinó hasta el instante final.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de enero de 2003