Joan Gaspart dejó de ser ayer el presidente del Barça. La junta directiva del club, reunida en sesión extraordinaria, aprobó por unanimidad la renuncia de Gaspart y el nombramiento de Enric Reyna como nuevo presidente. La convocatoria de los comicios, sin embargo, queda a expensas de la situación deportiva -"el proceso se iniciará cuando las circunstancias no perjudiquen al primer equipo", matizó el propio Gaspart-, de manera que el calendario electoral estará marcado por el de los resultados.
Reyna declinó intervenir y Gaspart no aceptó preguntas tras una declaración institucional que deja al club en una situación precaria, confusa y de cierta desligitimación de su mayor órgano de control social, pues la asamblea ha sido convocada y negada dos veces, por no hablar del desgastado proceso de moción de censura ni de las sucesivas sustituciones de cuantos directivos han dimitido.
Gaspart aseveró que descartarba la celebración de la asamblea adelantada del 1 de abril al 1 de marzo y que, a efectos legales, debía convocarse ayer, por entender que los motivos que inicialmente la habían propiciado ya no tienen sentido. "Al anunciar mi decisión de renunciar al cargo en una asamblea pretendía tranquilizar y pacificar la institución", explicó. "El partido contra el Athletic evidenció que se ha conseguido", prosiguió, "y, consecuentemente, mi ego personal, la vanidad que me llevaba a querer despedirme de los socios, no justifica la convocatoria de una asamblea que supone una molestia y un coste cuando se trataba exclusivamente de ratificar mi renuncia". Y remachó: "No me voy por motivos de salud o personales, sino para ayudar, porque es lo que más le conviene al Barça. Me voy sin ningún rencor hacia nadie".
Para intentar garantizarse la legalidad y la operatividad de la junta, Gaspart nombró anoche a tres nuevos directivos (Josep Isanta, Josep Maria Garcia Merangesy Pepe Soria) para cubrir las vacantes creadas por las bajas del propio presidente, Joan Sagalés -no llevaba un año de socio- y Fèlix Millet, que presentó ayer su dimisión.
Gaspart salvó contra reloj la dimisión de la directiva en pleno o parcialmente y su sustitución por una gestora en una decisión presidencial igualmente controvertida y que difícilmente aliviará la presión a la junta y el malestar general por la degradación que sufre el club.
En realidad, Gaspart ha protagonizado tres estaciones en su vía crucis de la última semana. El miércoles pasado se remitía a la asamblea anunciada para el 1 de abril para someter su cargo a la confianza de los compromisarios, el viernes se rendía con condiciones y la adelantaba al 1 de marzo para formalizar su renuncia ante los socios, y ayer dimitía sin esperar a la asamblea, siempre utilizada por el ex presidente para demorar sus decisiones.
La imprevisibilidad de Gaspart descolocó a la directiva. La junta quedó partida por la mitad desde que la anunciada salida del presidente produjo un nuevo debate trascendental en el club como es el relativo a la fecha de convocatoria de las elecciones. De forma apresurada, Reyna asumió la silla de Gaspart y proclamó que el consejo había acordado convocarlas a final de temporada, de manera que su celebración quedaba postergada hasta julio o septiembre, a fin de garantizar la gobernabilidad de la institución y la estabilidad del primer equipo, invicto en Europa y bordeando el descenso en la Liga.
La declaración de Reyna fue ratificada por otros directivos, como el tesorero Ramon Salabert, que justificaban su decisión con la necesidad de cerrar el ejercicio económico y recordaban que saldrían de la junta en condiciones parecidas a aquellas en las que habían entrado: Gaspart fue elegido en julio de 2000 por la salida de Núñez. No pensaban del mismo modo otros directivos, tan críticos con el protagonismo de Reyna como partidarios de abandonar la junta con Gaspart, decisión que sintonizaba con las encuestas de los medios de comunicación, con la opinión mayoritaria de los foros barcelonistas e incluso con el deseo de Joan Traiter, presidente de la comisión económica del Barcelona y, en su caso, presidente también de la junta gestora.
El clamor pidiendo elecciones antes de que acabe el curso ha sido tan unánime que Gaspart se retiró de la escena y convocó para ayer una junta a fin de decidir si dimitía en solitario o acompañado. La directiva decidió plegar velas y ahora Reyna se da un margen de tiempo como antes se lo concedió Gaspart para procurarse un traspaso de poderes en condiciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de febrero de 2003