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"¡Redondo es madridista!"

La grada ovaciona al ex jugador blanco como a uno de sus mayores héroes

Darle un beso a Raúl fue el primer gesto político de Redondo, una vez que pisó el Bernabéu, en el intercambio protocolar de saludos entre los dos equipos. En los 100 minutos que siguieron hasta el final del partido, las muestras de cariño masivas que recibió el ex madridista del público se fueron sucediendo a un ritmo creciente. Que todo terminara en el fondo sur, donde le llevó Raúl -los dos abrazados al principio, aquél aplaudiendo después-, y donde José Luis Ochaíta le entregó una placa en nombre del grupo fanático Ultras Sur, fue a la vez extraño y paradójico. El propio Redondo salió del campo con la voz temblorosa para decir que las emociones habían sido demasiado fuertes: "Ni siquiera he leído la placa; esta muestra de afecto me desbordó... ha sido de verdad exagerado".

Fue paradójico que justamente Ultras Sur terminaran entregándole a Redondo una placa honorífica. Justo el mismo grupo fanático que en su primera año le solía vilipendiar por perder balones. Justo el mismo grupo que atormentaba Chamartín con tumultos por determinados gestos del jugador, que allá por 1995 se antojaban frivolidades, y que luego habrían de agradecer hasta hoy. En nombre de los hinchas habló Paco Pavón. "Redondo se merece esto y más", confesó el central; "ha sido lo máximo. Todo el madridismo recuerda sus partidos en Manchester y en Amsterdam, contra la Juventus".

Redondo se fue al vestuario saludado por todo el público y por una gran pancarta, cuando terminó el partido. La pancarta, fomentada por Ultras Sur, rezaba: "Redondo: tu entrega y tu calidad, inolvidables". Los hinchas presentaron el cartel en contra de los intereses del club, que vio en este detalle aristas peligrosas. No hubo forma de evitar que los radicales se hicieran con la fiesta. Mucho menos cuando el homenaje fue auspiciado por Raúl, el mejor amigo del argentino en el vestuario, que ayer pareció dedicarle el partido.

Redondo estuvo pendiente de Raúl desde el principio. Apenas presentados los equipos Redondo llamó al delantero y le pidió una foto ante la fila de cámaras que se suelen apostar frente al palco. Antes del pitido inicial, elevó sus manos desde el círculo central y saludó al público con un aplauso a los cuatro costados. La gente le respondió con una de esas ovaciones que Chamartín les reserva a los dueños de una época: "¡Redondo, Redondo, Redondo... es madridista!".

Ayer Redondo se zambulló en ese partido que él mismo presumía, "tan raro", comenzando con un choque con Raúl por un balón aéreo. Fue el único balón que le ganó Redondo en un duelo que el español se metió en el bolsillo. Sobre todo en el segundo tanto de Raúl, un balón que atrapa fuera del área entre Redondo y Laursen. ¿Le dejó Redondo llevarse la pelota? Así parecío, porque el medio centro prefirió marcar al delantero desde atrás, en lugar de interponerse ante él. "No... bueno", dijo Redondo al salir de la ducha; "mejor no hablemos del partido".

Raúl se terminó cambiando la camiseta con Redondo, y habló emocionado -raro en él- y nervioso al salir del vestuario: "Redondo se merece este acto y estará en el corazón de todos los madridistas, por su calidad como jugador y sobre todo por su calidad humana. Me ha pedido que le acompañe al fondo sur a recibir la placa que le querían dar, pero me he pegado la vuelta en el área. Yo no pintaba nada ahí".

Ese tremendo acto de comunión pública, previamente organizado, con el consentimiento de los jugadores, implicaba un mensaje que no gustó demasiado en el entorno de Florentino Pérez. No por nada, el presidente madridista ha sido acusado por determinados sectores de haber promovido el traspaso de Redondo al Milan.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de marzo de 2003