Washington quiso dejar claro ayer que no existe parón alguno en el avance hacia Bagdad para expulsar cuanto antes del poder a Sadam Husein, ni problemas de suministros o de falta de tropas. "Día a día nos aproximamos a Bagdad", dijo Bush en un discurso pronunciado en Filadelfia. "No pararemos ni frenaremos hasta que vuestro país sea libre", afirmó dirigiéndose a la población iraquí. El nuevo empuje hacia Bagdad estuvo acompañado por todo un rosario de combates y escaramuzas en las ciudades de Nasiriya, Nayaf, Shatra y Basora, en el centro y el sur del país, con el objetivo de asegurar las líneas de abastecimiento y controlar los principales nudos de carreteras y puentes sobre el Éufrates.
Washington pretende dejar claro que no hay parón alguno en su ofensiva militar
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También hubo un pequeño cambio de táctica: las tropas de EE UU decidieron utilizar técnicas contraguerrilleras para enfrentarse a los paramilitares iraquíes.
La aviación norteamericana volvió a emplearse a fondo en Bagdad. Por primera vez desde el comienzo de la guerra, bombarderos B-1, B-2 y B-52 atacaron las mismas zonas al mismo tiempo, principalmente centros de mando y comunicaciones del Ejército iraquí, el Ministerio de Información y un palacio de Uday, uno de los hijos de Sadam.
La televisión estatal iraquí también fue afectada por las bombas, pero horas más tarde reanudó sus emisiones y ofreció imágenes de Sadam celebrando una reunión con sus principales asesores en compañía de sus dos hijos, Qusay y Uday. Médicos iraquíes informaron de que los bombardeos habían causado cuatro muertos y decenas de heridos. Por la tarde, los aviones de EE UU atacaron a muy baja altura la ciudad, al tiempo que se mantenía un intenso fuego artillero contra las posiciones defensivas iraquíes situadas al sur y al oeste de la ciudad.
La invasión por tierra alcanzó las ciudades de Hindiya y Al Hilla. Los combates en ambos lugares son considerados por el mando militar estadounidense un paso previo a la decisiva batalla de Kerbala, que abriría el camino a las tropas británico-estadounidenses hacia Bagdad. En Hindiya murieron 35 iraquíes y un norteamericano, según fuentes militares de la coalición. La sorpresa estalló cuando algunos de los iraquíes capturados afirmaron pertenecer a la División Nabucodonosor de la Guardia Republicana, una fuerza que los jefes militares de EE UU ubicaban mucho más al norte.
En las cercanías de Al Hilla los combates comenzaron pocas horas después del amanecer y concluyeron hacia media tarde. Los norteamericanos emplearon carros blindados, helicópteros y artillería, y llamaron en su ayuda a los cazas británicos Tornado y a los norteamericanos F-14 Tomcat. En la lucha también participaron unidades de la 101ª División Aerotransportada. Los iraquíes, por su parte, se defendieron con morteros, blindados y lanzagranadas.
En otra acción más al sur, en Nayaf, la 82ª División Aerotransportada mató "al menos a un centenar de miembros del régimen " e hicieron unos 50 prisioneros, según el Pentágono. El Gobierno iraquí aseguró, por su parte, que sus fuerzas habían matado en las últimas 36 horas a 43 "mercenarios" extranjeros y destruido 13 carros blindados enemigos.
La aviación estadounidense inició el pasado sábado la campaña de bombardeos más intensa en lo que va de guerra. El general Stanley McChrystal, uno de los portavoces del Pentágono, anunció ayer que en los dos últimos días habían sido lanzadas unas 3.000 bombas de precisión sobre ciudades y unidades armadas iraquíes. Desde el inicio de la invasión, Estados Unidos ha descargado sobre Irak más de 700 misiles Tomahawk y unas 8.000 bombas de precisión. "Las divisiones de la Guardia Republicana que defienden Bagdad están siendo debilitadas por los ataques aéreos y percibimos síntomas de que su capacidad de combate está ya muy degradada", afirmó el general McChrystal.
Por su parte, el comandante en jefe de las tropas de EE UU en la guerra pasó ayer por Kuwait, retaguardia de las tropas aliadas en la invasión de aquel país, informa desde Kuwait Yolanda Monge. El general Tommy Franks inspeccionó las unidades de combate desplegadas en este pequeño emirato y tuvo palabras de consuelo para los soldados heridos. Habló con las autoridades kuwaitíes, cambió impresiones con sus subordinados, pero no recibió a la prensa.
Ayer era el día 12 de las operaciones contra Irak. Desde que comenzó la guerra, Franks no había abandonado el cuartel del Mando Central, situado en Qatar. Ayer lo hizo por primera vez para visitar sobre el terreno el despliegue militar norteamericano.
El general de cuatro estrellas cerró filas el pasado domingo con el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, al desmentir los rumores que apuntaban a que entre ambos han surgido discrepancias sobre el cuándo y el cómo empezar la guerra.
Rumsfeld calificaba de "ficción" los artículos de la prensa norteamericana en los que se recogían críticas de altos responsables del Pentágono, que le acusaban de inmiscuirse demasiado en los planes bélicos y de limitar el número de soldados comprometidos para la batalla contra el Ejército de Sadam Husein.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de abril de 2003