Mercedes, una de las pasajeras del Talgo, viajaba en el quinto vagón del tren. En el momento del descomunal impacto hablaba por un teléfono móvil. "Y de repente, noté el choque. Fue tremendo. Todas las cosas que tenía en las manos salieron por los aires. Y después, una vez recuperados, intentamos abrir las puertas del tren y salir pero no podíamos", relató a la cadena SER. Y continuó: "Ahí pensé que iba a morir, que íbamos a morir todos los pasajeros porque no podíamos abrir las puertas, que estaban atrancadas. Entonces oímos gritar a los de los vagones de delante. Vimos que esos vagones empezaban a arder, que estaban en llamas. Fue horrible. Lo lamento por las personas que oí gritar, porque no podíamos hacer absolutamente nada por ellas", añadió la mujer.
Al final, los pasajeros de ese vagón consiguieron abrir las puertas y salieron al exterior. "Y nos encontramos en medio del campo, y tampoco podíamos ayudar a las personas que seguían atrapadas en los vagones de delante. Había humo y llamas por todas partes", agregó Mercedes.
Javier fue uno de los primeros voluntarios en llegar al lugar del accidente. "Y vi las llamaradas saliendo de los primeros vagones, una humareda impresionante rodeándolo todo, gente corriendo de un lado para otro, despavorida, aterrorizada, y gente que salía como podía de los vagones", contó a la cadena SER.
"Vi también a un hombre tirado en el campo quejándose de dolores en la espalda y a otra mujer que se quejaba mucho de las piernas. Nada más llegar, un pasajero se acercó a mí y me pidió el teléfono móvil para llamar a su familia y tranquilizarla. Me dijo que seguro que había muertos porque había gente atrapada en los primeros vagones que no había podido salir", añadió este voluntario.
Otro de los testigos relató cómo habían quedado los primeros vagones del Talgo, los que sufrieron el impacto de plano: "Uno de los vagones de preferente se ha convertido en un auténtico acordeón. Está completamente chafado. Y con tres contenedores del tren de mercancías encima de él aplastándole".
Francisca Naranjo, otra pasajera, tuvo la inmensa suerte de no encontrarse en su asiento del vagón de preferente (el segundo o el tercero de los 10 del tren) a las 21.40: "Yo estaba en la cafetería, pagando una consumición que acababa de tomarme cuando noté el golpetazo. Fue tremendo, horroroso. Todos los pasajeros fuimos lanzados al fondo del vagón-cafetería. De pronto nos encontrábamos todos encima unos de otros. Después, empezamos a levantarnos como buenamente pudimos", relató la mujer desde el hospital.
"Poco a poco, nos fuimos incorporando. Yo me dirigí para adelante, hacia los primeros vagones, a buscar mis cosas, mis maletas, para salir, cuando me di cuenta de que justo delante de la cafetería todo estaba en llamas. El fuego empezaba justamente en la parte que separaba ese vagón de preferente del vagón de la cafetería. Ahí supe que el vagón donde yo había viajado estaba en llamas, que había tendido mucha suerte", añadió.
"Sentí un dolor muy fuerte"
"Me olvidé de mis cosas. Volví para atrás. Intenté sacar a un señor que estaba tirado en el suelo, pero no pude. Pesaba mucho. Y yo sentía un dolor en el costado muy fuerte. Pensé que me había roto una costilla al caerme. Al final salí. Respiré. Quería volver a la cafetería para salvar a ese herido que había visto, pero un hombre que ya estaba fuera me lo impidió. Se metió en el tren. Fue él a salvarlo", concluyó la pasajera.
Poco después la zona fue acordonada y comenzaron a llegar los médicos, los bomberos y los miembros de los servicios de rescate. Trasladaron a los heridos al hospital. Dos horas después, los bomberos conseguían extinguir las llamas que habían devastado los primeros vagones del Talgo siniestrado.
También acudieron al lugar del accidente varias grúas de gran tonelaje que tenían encargada, según relató otro testigo, una misión muy particular: levantar los vagones de mercancías que aprisionaban a los del Talgo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de junio de 2003