La dureza del debate entre José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero dejó en un segundo plano el tradicional cuerpo a cuerpo entre Aznar y Gaspar Llamazares. El líder de IU dibujó un panorama sombrío de los siete años de gobierno del PP. La idea central de Llamazares se basa en que el PP ha destrozado el consenso de la Transición para rodearse de "enemigos" y que ahora está dispuesto "a todo" para no perder el poder.
Llamazares dice que el 'España va bien' existe sólo en los informativos "que controla el PP"
Ya se lo dijo José María Aznar, presidente del Gobierno, a José Luis Rodríguez Zapatero, secretario general del PSOE: "Se lo ha puesto usted muy difícil a Gaspar Llamazares". El líder de IU, que mantiene una fluida relación con Zapatero, acostumbra a establecer con él un claro reparto de papeles: el líder del PSOE ofrece el perfil de hombre de Estado y jefe de la oposición, más pausado, mientras el coordinador general de IU siempre lanza toda su artillería dialéctica en sus enfrentamientos a campo abierto con Aznar, que acostumbra a responderle con la misma dureza. Ayer, sin embargo, cuando le tocó el turno al duelo entre Aznar y Llamazares, el líder del PSOE ya había dejado muy alto el listón de la crítica.
Llamazares sostuvo que Aznar, a través de privatizaciones de empresas públicas y el control de los medios de comunicación y de la Justicia, "ha construido un régimen" con "un modelo social devastador". Y en él no cabe la discrepancia, hasta el punto de que quien se oponga, como IU, se le considera "un enemigo" y se le desprecia o se le ponen querellas.
Ese régimen, según esta tesis, comienza a acabarse. Como prueba están las últimas elecciones municipales. Si se suman los votos de toda la izquierda (PSOE, IU, IC, ERC, Chunta Aragonesista), recordó Llamazares, el PP ha perdido por 2,7 millones de votos y se ha convertido en el segundo partido del país, detrás del PSOE.
Pero el PP "no se quiere marchar" y utiliza todos los recursos a su alcance para aferrarse al poder, sostuvo Llamazares. Incluido el de servirse de "dos sinvergüenzas" [en referencia a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez] para impedir el Gobierno de la izquierda en la Comunidad de Madrid.
Partiendo de esta idea de fin de etapa, Llamazares desgranó la lista de todo lo que habrá que "arreglar" cuando el PP no esté, mientras lanzaba repetidas alusiones al peso que sobre el Gobierno ejercen el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y el pasado franquista del PP. Sobre todo, dijo, habrá que arreglar el espíritu surgido de la Transición, destruido por el enfrentamiento de los populares con los nacionalistas.
Ante esta acusación, la única en la que Aznar se detuvo ampliamente, el presidente del Ejecutivo respondió como suele: recordando que IU estuvo en el Pacto de Estella-Lizarra y preguntándole a Llamazares si defiende a "ese señor llamado [Javier] Madrazo", coordinador de la federación en Euskadi.
El líder de IU también sacó a relucir, como Rodríguez Zapatero, el escrito contra la Constitución que Aznar publicó en un diario de La Rioja en 1978. Y lo utilizó para reivindicar las manifestaciones y las pancartas que tanto ha denostado el presidente: "Nosotros estábamos entonces detrás de las pancartas que usted desprecia, exigiendo la democracia que hoy pretenden ustedes convertir en una farsa".
Ese desprecio a la democracia ha llevado al PP a embarcarse en una "cruzada", que incluye dar a la religión católica "la misma trascendencia académica que las matemáticas", dividir a los demócratas en el País Vasco y usar como norma la mentira que hace que "el España va bien' viva sólo en los telediarios" que controla el Gobierno.
Aznar despreció todos estos argumentos con el recuerdo habitual de los escasos votos que obtiene IU en relación al PP y, sobre todo, con referencias a la caída del bloque soviético: "La suya es la más vieja política, barrida por el viento de la Historia".
Pese a todo, Llamazares sostuvo que al final la verdad se abre camino. Como, aseguró, ocurrirá este verano, en los que los ciudadanos que vayan al norte "se acordarán de Aznar" al comprobar que, a pesar de que el PP ha sostenido que las playas estaban limpias, deben quitarse de los pies restos del chapapote del Prestige. El debate alcanzó al final tal nivel de aspereza que Llamazares llamó franquistas a los diputados del PP que le gritaron "maricón" desde sus escaños ("como si eso fuera un insulto", terció el líder de IU), mientras que Aznar acusó a IU de "echar de menos a Sadam Husein".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de julio de 2003