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EL DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN

Aznar y Zapatero se acusan de amparar la corrupción en la 'trama de Madrid'

José Luis Rodríguez Zapatero, líder del PSOE, volvió a su escaño con zarpazos políticos muy serios que le lanzó el presidente del Gobierno, José María Aznar, pero sostuvo el combate con la táctica de atacar desde el principio y logró con ello contrarrestar la avalancha del adversario. La crisis de la Comunidad de Madrid centró una buena parte del encontronazo entre los dos líderes y ambos se traspasaron la responsabilidad de lo ocurrido con acusaciones expresas de corrupción.

José María Aznar: "Los dirigentes políticos no deben trasladar a las instituciones los conflictos de partido, sino asumir su responsabilidad"

El presidente anuncia en el Congreso que las elecciones serán el próximo marzo

El PSOE denuncia que el decreto del Gobierno contra Sogecable costará 24 millones a España

Zapatero acusa al presidente de mentir sobre la guerra de Irak, el 'Prestige' y la delincuencia

El líder del PP defiende la Constitución y arremete contra el Plan Ibarretxe

Rodríguez Zapatero: "El Gobierno usa la mentira para hacer política"

Aznar anunció que se agotará la legislatura hasta el último minuto -las próximas elecciones generales se celebrarán en marzo de 2004- y levantó el velo del conflicto del Gobierno de la Comunidad de Madrid en su intervención de la mañana, aunque de forma muy suave: "Los ciudadanos esperan que las instituciones renovadas funcionen y los dirigentes políticos no deben trasladar a ellas sus conflictos de partido, sino asumir su responsabilidad". Era una referencia clara al escándalo, dando por hecho que el conflicto madrileño es una cuestión interna del PSOE que debe resolver en su seno.

De acuerdo con el rito que rige el debate, la sesión se reanudó por la tarde. Rodríguez Zapatero llegó a la tribuna y comenzó atacando sin contemplaciones la política del Gobierno de Aznar. "Mentira", "ineficacia" y "todo vale en política" compusieron el tridente con el que Zapatero intentó ensartar a Aznar, aunque la palabra mentira, referida a casi todas las variantes de la gestión del Gobierno, fue la que más repitió el líder socialista.

Aznar leyó por la mañana un discurso de 34 folios que inició con una defensa cerrada de la Constitución, y ataques clarísimos a los proyectos del Gobierno vasco. De ahí saltó al terrorismo, al que dedicó unos tres folios en su lectura. Después la palma se la llevó la economía (seis folios de los 34), seguida por la política internacional y de defensa, que consumió cinco folios del texto escrito del presidente, junto a otros tres dedicados a las infraestructuras.

Este capítulo provocó la única incidencia de la mañana cuando Aznar empezó a hablar de la red de ferrocarriles de alta velocidad y hubo risas en los escaños socialistas contestadas con aplausos por los populares.

Esos seis folios dedicados a cantar los éxitos económicos del Gobierno volvieron a manejarse por la tarde en casi todos los debates. Ni el más leve atisbo de autocrítica: la economía es el pilar que sustenta la labor del Gobierno, no sólo de este último año, sino de toda la andadura popular en el Ejecutivo ya que la intervención de Aznar tuvo el tono inevitable de balance al final de sus carrera como presidente.

Zapatero, en cambio, descalificó todo lo hecho, le acusó de mentir en la crisis de Irak; de incompetencia y de mentira en torno al petrolero Prestige; de mentir, también, respecto a la inseguridad ciudadana, lo mismo que con la vivienda o con sus promesas electorales de regeneración democrática a través de comisiones de investigación en el Parlamento.

Los éxitos económicos del Gobierno trató de desvirtuarlos Zapatero asegurando que la productividad ha bajado cuatro puntos, y que, en consecuencia, el modelo de crecimiento mantenido hasta ahora "es insostenible".

Siguió llamando "gran mentira" al liberalismo que proclama Aznar y le acusó de intervencionista. Le recordó que la actitud de su Gobierno con el decreto-ley contra "Sogecable" le costará al contribuyente 24 millones de euros (4.000 millones de pesetas) porque así lo ha dicho el Tribunal Supremo. Se refería a la sentencia que obliga al Estado a indemnizar a esta empresa privada por esa cantidad, tras el atropello sufrido con el decreto-ley sobre los decodificadores. Aznar, en su réplica, no se privó de citar a "los animadores mediáticos que han tenido un expreso reconocimiento de gratitud por su parte", con lo que tildaba a las empresas del grupo PRISA como "animadores mediáticos" de Zapatero.

Al final de su intervención, el líder socialista entró de lleno en el conflicto de la Comunidad de Madrid. En todo momento habló de "golpe" en claro paralelismo con el 23-F. Pidió disculpas a los ciudadanos y, en ese momento, deslizó una afirmación sorprendente: dijo que iba a hacer un "resumen de noticias aparecidas en la prensa". Desgranó entonces la distintas conexiones que se han publicado y que relacionan a constructores con miembros del PP y con el diputado tránsfuga, Eduardo Tamayo. Para Zapatero no cabe duda de que entre todos han perpetrado un golpe contra la democracia. Y se atrevió a más: retó a Aznar para que subiese a la tribuna y negara las acusaciones que le formulaba.

Aznar subió y comenzaron los golpes cuerpo a cuerpo, que siguieron en la réplica de Zapatero. Fue un combate muy personal: "No voy a ser candidato", dijo Aznar, "lo que no sé es si lo va a ser usted". El presidente del Gobierno acusó a Zapatero de incapacidad política, de falta de liderazgo en su propio partido, mientras en la tribuna escuchaban Pascual Maragall, cuyas propuestas políticas usó para atacarle, y el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, al que también utilizó sin citarlo por su postura ante el Plan Hidrológico.

No dejó Aznar de recordarle a Zapatero que algunas de las personas que figuraban en las listas del Partido Socialista y que están implicadas en el escándalo de la Comunidad de Madrid fueron las que "le ayudaron a ser secretario general".

Zapatero, en su respuesta, mantuvo el tipo hasta concluir que las "coincidencias, mentiras y el silencio" del PP sobre lo ocurrido son "igual a culpabilidad".

En contra de lo que se esperaba, la tarde parlamentaria tuvo momentos de tensión, pero sin que nada fuese un centímetro más allá de lo habitual y sin que aflorase el clima de crispación extrema de otros debates. Quizás porque los diputados del PP se mostraban convencidos de que Aznar había triturado a Zapatero y los socialistas daban por buena la actuación de su líder.

Sólo el enfrentamiento entre Aznar y el líder de IU, Gaspar Llamazares, suscitó algunos momentos demasiado agrios, tanto como para que Llamazares tuviera que decir que no se sentía insultado por que le hubiesen llamado "maricón" desde los escaños del PP, a los que dedicó epítetos durísimos, tachándolos abiertamente de franquistas.

El debate con el portavoz de CiU, Xavier Trias, fue moderado en las formas, aunque éste acusó con dureza a Aznar de haber practicado una política prepotente que ha llevado al distanciamiento entre las dos formaciones, pero el presidente del Gobierno le recordó que el PP está apoyando a CiU en el Parlamento catalán y que ese apoyo seguirá manteniéndose si no se empeñan en reformas radicales del Estatuto.

El tono crispado volvió con la intervención del portavoz del PNV, Iñaki Anasagasti, que defendió el Plan Ibarretxe, negó que se trate de buscar el Estado libre asociado y lanzó la acusación más grave de toda la jornada: llegó a decir que la intransigencia del PP agranda "la sima entre lo vasco y lo español" y que esa actitud les ha "echado de España". Aznar le preguntó de dónde los han echado cuando llevan 20 años gobernando Euskadi.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de julio de 2003