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LA POSGUERRA DE IRAK

Bush: "EE UU completará su misión en Irak"

Bremer anuncia que se acelerará el entrenamiento de soldados y policías locales

Washington
El goteo de soldados estadounidenses muertos en Irak se cobró ayer dos nuevas víctimas en una emboscada en Mosul, al norte del país, cuando se cumplían seis meses desde que el 1 de mayo el presidente George W. Bush declarara el fin de las operaciones militares. La inseguridad permanente en la que vive Irak ha obligado a la Administración de EE UU a situar como objetivo prioritario acabar con la resistencia. El administrador de EE UU en Irak, Paul Bremer, manifestó ayer que adoptará una actitud más flexible y acelerará la formación de soldados y de policías iraquíes. El llamamiento de la resistencia a una huelga general en Irak fue ayer un fracaso, y la incidencia sólo se dejó sentir en las escuelas.

Seis meses después de finalizada la rápida campaña militar que barrió el régimen de Sadam Husein, EE UU se encuentra con una creciente hostilidad armada que causa un goteo constante de víctimas, estorba la reconstrucción y empaña los avances en la normalización. El presidente George W. Bush insistió ayer en que EE UU no abandonará Irak y anunció una inminente transferencia de competencias a las autoridades iraquíes. Paul Wolfowitz, número dos del Pentágono y arquitecto -entre otros- de los aciertos y errores en Irak, cree que es urgente parar a los responsables de atentados y ataques: "Es absolutamente crucial que esta gente sea derrotada".

Se está pagando, entre otros, el error de no purgar y mantener el Ejército regular iraquí

El 'número dos' del Pentágono, Wolfowitz, admite que la situación es la de "una guerra"

Bush dedicó ayer, por quinta vez consecutiva, su mensaje radiofónico semanal a Irak para reiterar que EE UU "completará la misión" y no se dejará intimidar. "Abandonar Irak prematuramente lo único que haría es envalentonar a los terroristas e incrementar los peligros para EE UU. Estamos decididos a permanecer, a luchar y a vencer", dijo el presidente, justo cuando algunos observadores internacionales y miembros de nivel medio de la Administración intercambian temores sobre la posibilidad de que las tropas empiecen a retirarse de Irak el próximo verano, antes de las elecciones.

Paul Wolfowitz, en varias entrevistas celebradas el miércoles con cadenas regionales de televisión, admitió que, a pesar de todos los progresos, la situación es la de "una guerra. Es una guerra y la gente no debería engañarse en cuanto a eso". ¿Cómo se gana esta guerra? Para el número dos del Pentágono, "la clave del éxito es la información: un tipo diferente de información, que es la que van a recoger los que mejor pueden hacerlo, la policía iraquí y las fuerzas iraquíes de seguridad". Ahora hay más de 80.000, según Wolfowitz, que cree que dentro de un año puede haber el doble.

Los expertos coinciden en que las operaciones militares no pueden tener éxito si no se sabe contra quién dirigir los golpes, o, peor aún, si se detiene a gente que no tiene nada que ver con los atentados, porque eso tiene un efecto multiplicador adverso entre la población. "El problema más grave que hay ahora en Irak, por lo que se refiere a la seguridad, es el de la información, el de la llamada 'inteligencia militar', que es terrible. EE UU debe hacer un enorme esfuerzo para mejorarla", según Marco S. Vicenzino, director ejecutivo adjunto en Washington del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, que cree que se está pagando, entre otros, el error de no haber sabido purgar y mantener la estructura del Ejército regular y de la policía iraquí.

¿Quién está detrás de los atentados? Según Vicenzino, una organización flexible y heterogénea que se alimenta de "algunos islamistas extranjeros, que se ocupan sobre todo de los atentados suicidas; de los criminales que Sadam sacó de las cárceles poco antes de la guerra y, sobre todo, de los miembros del cuerpo especial de la Guardia Republicana, la élite de los leales a Sadam, de 15.000 a 25.000 soldados, que no tenían otro futuro que el de intentar perpetuar el régimen y que prácticamente no combatieron, porque estaban en Bagdad. Aquellos componentes de los cuerpos especiales de la Guardia Republicana que tan rápidamente desaparecieron están reapareciendo ahora". Es la mezcla de "baazistas y extranjeros" de la que Bush habla, los "terroristas cada vez más desesperados con los progresos que se hacen". Según Wolfowitz -cuyas afirmaciones la realidad ha ido desmintiendo a lo largo del último año-, "creen que pueden ir en contra de la voluntad de los iraquíes, y se equivocan; y el mensaje que les enviamos es que nuestra determinación es firme, que ellos van a perder y nosotros vamos a ganar". En cuanto al papel de Sadam, el secretario de Estado, Colin Powell, dijo el viernes a la televisión ABC que "no hay pruebas de que esté manejando los hilos". "No sé dónde está ni lo que hace, pero no tenemos suficientes pruebas como para asegurar que está dirigiendo los grupos que nos causan problemas en Bagdad y otros lugares". Powell también puso en duda el papel de director de la resistencia atribuido a Izzat Ibrahim al Duri, un lugarteniente de Sadam.

En todo caso, la situación obliga a EE UU a introducir cambios y a establecer prioridades. Bush admitió el pasado martes la necesidad de "ajustar las tácticas" y ayer anunció un inminente plan para transferir soberanía a las autoridades provisionales de Irak y acelerar el entrenamiento de soldados y policías iraquíes. Exactamente ése fue el mensaje repetido ayer en conferencia de prensa en Bagdad por Paul Bremer, administrador civil de EE UU. "El elemento más importante es dar a los iraquíes un papel de mayor importancia en las tareas de defensa y seguridad, al fin y al cabo es su país", dijo el funcionario estadounidense.

Nadie habla de aumentar el número de soldados estadounidenses, y Marco S. Vicenzino cree que ahí no está la solución: "El número es relativamente igual. El asunto es tener una mejor información, porque no estamos ante una guerra, sino ante una guerrilla de baja intensidad, con un creciente nivel de sofisticación y una gran concentración: el 90% de sus acciones son en Bagdad y en el triángulo suní".

¿Cuánto tiempo puede mantenerse así la situación? Diversos medios aseguran que en el Pentágono se habla de un plazo de entre tres y seis meses, aunque hay factores, como la eventual detención de Sadam, que cambiarían el panorama. El 46% de estadounidenses, según Gallup, acepta un plazo inferior a un año. En todo caso, y aunque está por ver la eficacia en el reclutamiento y formación de policías iraquíes y la rapidez y fiabilidad de la necesaria información para la contrainsurgencia, hay tareas que necesitan mucho más tiempo, apunta Vicenzino: "La democratización de Irak es un objetivo a largo plazo, una reconstrucción que va más allá del aspecto económico y que debe hacerse desde dentro de la sociedad. Ha habido muchos avances en varios campos, pero esto lleva mucho tiempo. No es asunto de meses, exige mucha paciencia, y no sé si el año electoral que comienza es el mejor contexto".

La baza electoral republicana

De hoy en un año, el 2 de noviembre de 2004, se celebrarán las elecciones presidenciales en EE UU. Aún no se conoce el aspirante demócrata, pero ya hay candidato republicano: George W. Bush, que depende de la economía, pero también de cómo vayan las cosas en Irak. En el último sondeo Gallup, sólo el 52% de los norteamericanos cree que la guerra ha merecido la pena; el 53% no ve aceptable la cifra de soldados muertos en la posguerra.

Si las cosas empeorasen hasta un punto insoportable, Bush tendría un as en la manga: un cambio en su Gobierno que desalojara a los principales responsables de la situación. "El vicepresidente Cheney podría no presentarse a las elecciones, con la excusa de sus problemas de salud, y Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz [secretario y subsecretario de Defensa] asumirían, con Cheney, el papel de chivos expiatorios", sugiere el responsable de una publicación especializada con acceso a los círculos políticos y financieros que mandan en el Partido Republicano.

Es difícil imaginar que el vicepresidente que más ha pesado en la Casa Blanca acepte la jugada, pero se contempla seriamente, asegura la misma fuente, que recuerda que Bush no tuvo dudas, hace tres semanas, en enfrentarse a Rumsfeld y arrebatarle la coordinación de la política iraquí. "Al final, se hará lo que diga Karl Rove [consejero político de Bush], de acuerdo con la gente que manda de verdad en el partido, pero si hubiera que elegir entre sacrificar algunos puestos y aumentar las posibilidades de victoria, la opción es evidente, ¿no?".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de noviembre de 2003

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