El Real Madrid encumbró ayer el puesto de lateral, categoría menor en el universo del fútbol. Su técnico, Carlos Queiroz, no pudo disponer de Salgado y Roberto Carlos para medirse al Sevilla y tras una semana de probetas se hizo tal lío que su equipo quedó descuartizado en un santiamén. El Sevilla le pasó por encima en un primer tiempo patético de los madridistas, circense por momentos. Las dos primeras carreras de Reyes por la izquierda hicieron saltar por los aires todos los estudios semanales de Queiroz, que apostó por Pavón como lateral derecho y condenó al buen central al mayor suplicio de su carrera. Como le ocurrió a Rubén, titular hasta que el entrenador portugués le puso en la picota, le señaló como culpable tras su despeje de billar en el primer gol andaluz y le mandó al banquillo a los 25 minutos. Una decisión tremendista contra un canterano que nunca ha agradado al entrenador portugués y que lejos de recibir una palmada de confianza se vio, a lágrima viva, castigado contra la pared. Todo para que Bravo pasara a la orilla derecha, Solari a la izquierda y Pavón al centro. Queiroz rectificó dos veces la defensa en media hora, pero nada cambió: el Sevilla siguió goleando, con Reyes tarjeteando a todos sus rivales, Guti a la greña con Casillas, Alfaro y Navarro sin tacha alguna y Figo a patada limpia con los rivales ante la complacencia arbitral. El Madrid, desquiciado desde el primer instante, no encontró remedio a los apuntes de su técnico y esta vez no tuvo el ángel de Casillas. El Racing, el Athletic y el Partizán ya habían retratado a la defensa madridista en las últimas citas. Es sabido que el Madrid está justo de defensas y nada peor que un entrenador que encima gestiona mal sus escasos recursos.
Antes de la zurra al Madrid, la Liga rescató en sus altares a dos históricos como el Barça y el Atlético. El Barça, que perdió a Ronaldinho por lesión, ya está en Champions. Y el Atlético, en UEFA.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de noviembre de 2003