Si hace cuatro años Ferran Mascarell escenificó el traspaso con la entrega de un lápiz de memoria a Joan Manuel Tresserras, ayer este último se lo devolvió entre un clamor de flases. El traspaso de poderes en el Departamento de Cultura no ha podido ser más cordial. Piropos mutuos, agradecimiento por el trabajo realizado y deseo compartido de que la cultura, por fin, sea central en el Gobierno.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 30 de diciembre de 2010