Cuatro años de intensas críticas y de peticiones periódicas de dimisión no impidieron que, ayer, el nuevo consejero de Interior, Felip Puig, mostrase su cara más amable delante de su antecesor, Joan Saura. El ex consejero ecosocialista fue exquisito en las formas, pero lanzó a Puig una velada advertencia fruto de la experiencia: Interior, le dijo, no es un lugar fácil. Y mucho menos, agradecido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 30 de diciembre de 2010