Hacia el fin de la banda terrorista
ETA se ha quedado sola dentro y fuera de Euskadi. El respaldo internacional al que se ha venido aferrando históricamente, primero para justificar sus objetivos terroristas y después para escenificar la búsqueda de una solución a "su conflicto" lo perdió ayer, en San Sebastián.
Pese a las estridencias de las declaraciones públicas en uno u otro sentido, en el PP se ha instalado una idea con mucha fuerza: el final de ETA está cerca, aunque nadie sabe cuánto, y sobre todo es irreversible. La única duda se sitúa ya en los tiempos.
En un tono más suave de lo habitual, el expresidente José María Aznar pidió ayer que no se trate con "equidistancia" a las víctimas del terrorismo y a sus asesinos, porque sería "un desastre desde el punto de vista moral". A los terroristas, dijo, "nunca hay que pagarles ningún precio, ni por matar ni por dejar de matar".
Una decena de familiares de víctimas de ETA acudieron ayer por la tarde al Palacio de Aiete, mientras se estaba celebrando en su interior la conferencia internacional sobre el terrorismo, para entregar a los organizadores, y especialmente a las seis personalidades internacionales, un documento que recoge sus condiciones para lograr la paz.
La ofensiva militar lanzada por el Ejército de Kenia contra la guerrilla somalí Al Shabab en la zona fronteriza entre los dos países ha disparado la preocupación en el Gobierno español y en la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) por la suerte de Blanca Thiebaut y Montserrat Serra, las dos cooperantes españolas secuestradas el pasado jueves en el campo de refugiados de Dadaab.
El partido ultraderechista Plataforma per Catalunya (PxC) quedó ayer retratado durante el juicio por incitación al odio racial contra su líder, Josep Anglada, y un exconcejal de la formación.
El escritor Josep Pla dijo una vez que lo que más se parecía a un español de derechas era otro español de izquierdas. Josep Antoni Duran Lleida, candidato de CiU a las elecciones del 20-N, recordó ayer esa conocida frase del ensayista ampurdanés para sostener que las políticas del socialista Alfredo Pérez Rubalcaba y del popular Mariano Rajoy no les convienen a los ciudadanos catalanes.
El empresario burgalés Ismael Pérez Peña, hasta ahora un personaje secundario del caso Malaya, dio ayer un vuelco al juicio sobre la gran trama de corrupción en Marbella (Málaga).