El capo de la Cosa Nostra, Giovanni Greco, se entregó anoche voluntariamente en la Audiencia Nacional, después de permanecer en paradero desconocido casi dos años, según han informado fuentes policiales. Greco, condenado en rebeldía a 27 años de cárcel por intento de homicidio y asociación mafiosa, huyó días antes de que el Gobierno concediera su extradición a Italia por dos asesinatos por los que no había sido juzgado.
Greco, que aprovechó una serie de resquicios legales para huir, era miembro de la facción moderada de Cosa Nostra y contrario al capo Totó Riína. Residía en un chalé de Cala Llombarts, en Palma de Mallorca, cuando decidió salir a pescar para no volver y dejar abandonada a su esposa, Angela Ficano, y sus tres hijos, Salvatore, Antonella y Miguel.
El juzgado de Palermo, que reclamaba su extradición, celebró la vista en su ausencia y le absolvió del asesinato de Salvatore Mazzola y Giacomo Palazzolo, acribillados a tiros en Cinisi (Italia). Pero la absolución judicial no propició que se levantara la orden de búsqueda y captura internacional dictada por la policía cuando descubrió, con 51 días de retraso, que había faltado a su cita diaria en el Juzgado de Manacor.
La sentencia del Tribunal Constitucional de junio de 2000 permitía la extradición de Giovanni Greco a Italia por los presuntos delitos que tenía pendientes de juicio, pero anulaba la entrega aprobada antes por la Audiencia Nacional para que cumpliera una condena firme de 27 años por intento de homicidio y asociación mafiosa.
'Operación limpieza'
Greco pertenecía a una facción de Cosa Nostra enfrentada a Totó Riína, hoy encarcelado, y a Bernardo Provenzano, considerado il capo di capi y fugado hace más de 30 años. Cuando los corleoneses iniciaron la operación limpieza, el núcleo de Greco, liderado por Salvatore Contorno, Girolamo Teresí y Stefano Bontane, se convirtió en objetivo prioritario.
Riína asesinó a Bontane y se coronó como el gran capo de Cosa Nostra. Giovanni Greco, que entonces tenía 22 años, se vio obligado a huir e inició una operación de contraataque. El día de Navidad de 1982, Giovanni disparó a su primo, Pino Greco, jefe militar del grupo de Riína, pero el chaleco antibalas le salvó la vida.
El error fue la sentencia de muerte para Giovanni Greco, sentenciado desde ese mismo momento por la mafia. Poco tiempo después, su padre fue asesinado cuando bebía agua en la fuente de su pueblo y el hermano de Angela, su mujer, fue acribillado a balazos.
Entonces, el matrimonio Greco huyó de Italia e inició un largo destierro con una primera escala en Brasil, antes de llegar a Ibiza y terminar en Palma. España se convirtió en su lugar de refugio hasta que el Tribunal Constitucional concedió la extradición reclamada insistentemente con Italia.