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CRÓNICA

El Figueres se rifa a un Barça de vergüenza

El equipo gerundense, de Segunda B, despide a los azulgrana del torneo en la prórroga

Figueres
La Copa a partido único pegó ayer uno de esos petardazos que el fútbol español guarda unas cuantas semanas en su retina. Acudió el Barça a Figueres como si de un partido de rango menor se tratara y salió maltrecho del viaje. Cayó en la prórroga (1-0) ante un rival consciente de que aquella era la oportunidad de su vida. El Deportivo, en cambio, resolvió como acostumbra (1-4) en Luanco, ante un Marino que se adelantó en el marcador y que se quedó con 10 en el minuto 25. Más sufrimiento que el cuadro coruñés tuvieron el Alavés y Osasuna, que resolvieron sus compromisos en los instantes finales y por el mismo resultado, 1-2, en terreno del Compostela y la Gramanet, respectivamente.

La Copa a partido único pegó ayer uno de esos petardazos que el fútbol español guarda unas cuantas semanas en su retina. Acudió el Barça a Figueres como si de un partido de rango menor se tratara y salió maltrecho del viaje. Cayó en la prórroga (1-0) ante un rival consciente de que aquella era la oportunidad de su vida. El Deportivo, en cambio, resolvió como acostumbra (1-4) en Luanco, ante un Marino que se adelantó en el marcador y que se quedó con 10 en el minuto 25. Más sufrimiento que el cuadro coruñés tuvieron el Alavés y Osasuna, que resolvieron sus compromisos en los instantes finales y por el mismo resultado, 1-2, en terreno del Compostela y la Gramanet, respectivamente.

FIGUERES 1| BARCELONA 0

Figueres: Caballero; Fernando, Salas, Serra, Ruano; Freixa (Dani Fernández, m.75), Pep Pagés (Algar, m.46), Piti, Arnau; Peña; y Juli (Garrido, m.67). Barcelona: Reina; Puyol, Anderson, Fernando; Rochemback, Xavi, Gerard; Alfonso (Motta, m.55); Geovanni, Saviola (Dani, m.70) y Overmars (Trashorras, m.94). Gol: 1-0. M. 91, primero de la prórroga. Piti asiste a Garrido, Puyol intenta tapar, pero Garrido marca con un disparo desde fuera del área. Árbitro: Pino Zamorano, del colegio castellano-aragonés. Fernando, Dani, Ruano y a José Ramón Alexanco, segundo técnico azulgrana, Caballero, Dani Fernández. 9.000 espectadores en el estadio municipal de Vilatenín.

"¡Oé, oé, oé!" Un grito festivo sonó a coro anoche en el estadio Vilatenim para escarnio del Barcelona. La hinchada del Figueres se abrazó a su equipo mientras recriminaba con alguna pancarta las últimas actuaciones de los azulgrana: "No tenéis vergüenza: Madrid, 2; Nenas, 0. O bien: "Menos extranjeros y más Masia". Unas 9.000 gargantas celebraron por todo lo alto el triunfo del Figueres ante al equipo más laureado de la Copa, eliminado sin excusa. El Barcelona había quedado eliminado del torneo llamado del KO por un equipo de la Segunda División B.

Por el ridículo que hicieron, la derrota tendrá consecuencias entre el barcelonismo. Privado de Rivaldo, Kluivert y Frank de Boer, aunque con medio equipo titular y una delantera formada por Geovanni, Saviola y Overmars, el Barça fue tumbado por un equipo que se creció ante la actitud timorata del adversario y selló su clasificación con un gol en el primer minuto de la prórroga materializado por Kali Garrido, uno de los artilleros del Figueres.

Pese a que el campo invitaba a jugar al fútbol, la tramontana no soplaba y la afición le recibió con calma, el Barcelona nunca estuvo a gusto en la cancha. Los azulgranas iban tocando y tocando, sin ton ni son frente a un Figueres, bien posicionado y un excelente despliegue físico, que le sirvió para tapar los espacios y defender siempre en superioridad numérica, de dos contra uno.

Oportunidades hubo pocas por contar, aunque siempre del bando local. El Figueres tuteaba al poderoso rival y suyas eran las acciones más llamativas, para desgracia de la zaga barcelonista.Pere Gratacós, el técnico del Figueres, fue mejor estratega que Carles Rexach. Tapó a Xavi con Peña, y el Barcelona se quedó sin línea de pase, sin una salida natural de la pelota, pese al empeño de Gerard y Rochemback por tomar la batuta. Mal asunto que el brasileño se empeñara en ser el organizador. Falto de profundidad, Rochemback tiraba la pelota más que manejarla. Un dato: de los siete pases que trazó hacia Overmars, el holandés sólo recibió tres en condiciones de jugar. Geovanni, mientras, no se enteraba de qué iba el partido en la banda derecha. Abría el campo, pero, ante el empeño de los conductores del equipo en jugar en horinzotal, el brasileño no tiraba nunca hasta el banderín de córner. La disciplina defensiva del Figueres pudo siempre con el ataque azulgrana, hasta el punto de que Saviola fue sustituido, decisión que no gustó nada al pibito.

El Figueres ganó el partido paso a paso. Una vez se asentó en defensa, comenzó a avanzar con paciencia y sentido, al mando de Pagés y Piti. Las llegadas, la mayoría protagonizadas por Arnau, fueron cada vez más interesantes. Alertado por el tono que tomaba el partido, Rexach removió el banquillo, tiró de Motta, que sustituyó a Alfonso, y más tarde mandó a Dani a ocupar el sitio de Saviola. Dos jugadores frescos, mejor predispuestos para el cuerpo a cuerpo que planteaba el Figueres. Los cambios, sin embargo, no afectaron la actitud del grupo ampurdanés. Pese al desgaste físico, el plantel de Gratacós resistió con un ejercicio de voluntarismo muy loable, que acabó por contagiar a la hinchada. La afición de Vilatenim comenzó a creer en el milagro. El Barcelona no sólo no espabilaba sino que parecía condenarse con su fútbol plano, falto de velocidad y también de agresividad.

Las dos únicas ocasiones que tuvo el Barça llegaron a balón parado y hubo una tercera protagonizada por Puyol a la salida de un saque de esquina. El Figueres no se espantó sino que aguantó con serenidad y atrapó la prórroga sin mucho esfuerzo. El tiempo añadido era un premio para la afición local y el equipo no lo desaprovechó. La confusión barcelonista, que insistió en los balones frontales, contrastó con la clarividencia del Figueres, que a las primeras de cambio atrapó un gol que supo administrar hasta el final.

El tanto de Garrido propició la fiesta y euforia de una hinchada gratamente satisfecha con un equipo que volvió a hacer historia en un torneo que se le acostumbra a dar muy bien. El Barça, mientras, comienza otro noviembre negro, cada vez más cargado de dudas. La falta de autocrítica en el vestuario azulgrana tampoco ha ayudado a responder a las exigencias de la afición, que cree que el equipo, además de ser pusilánime, tiene muchas veces una actitud demasiado timorata.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de noviembre de 2001