Excepto el Barça, todos los aspirantes al título hicieron sus deberes. Al Madrid le caben algunos reproches por su deficiente partido en Mallorca, pero sacó el empate de un campo que nunca le resulta fácil. El Mallorca fue el único equipo que le derrotó dos veces en la anterior temporada, y muy bien pudo hacerlo ayer en un duelo con poco fútbol.
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El Madrid estuvo lejos de sus últimas actuaciones, con un juego simplón que sólo cobró altura en la espectacular jugada del gol protagonizada por Roberto Carlos y Raúl. El centro del lateral brasileño fue la madre de todos los centros, un prodigio perfectamente entendido y rematado por Raúl, cuyo instinto en el área es insuperable.
Fuera de ese gol, el Madrid no salió de la mediocridad. El Mallorca le puso en graves dificultades durante todo el encuentro, sobre todo a través de Eto'o, que parece especialmente motivado frente a su antiguo equipo. Con su velocidad amenazó en varias ocasiones a la defensa madridista. Por si acaso, encontró la colaboración de Luque, un buen delantero que parece destinado a jugar en alguno de los principales equipos de la Liga.
Como el Deportivo y el Valencia no fallaron, la Liga se dispone a asistir a un momento crucial en las dos próximas jornadas: el Madrid les recibe a los dos en Chamartín. No serán partidos que decidan el título, pero tendrán un gran efecto psicológico sobre los tres principales aspirantes al título. Por ahora, al Barça hay que retirarle esa condición. Fracasó frente al Espanyol, lo que abrirá más las heridas en el barcelonismo. No hace mucho el Barça se refugiaba en los buenos resultados para evitar la realidad de su mal juego. Pero en los últimos partidos los resultados son tan pésimos como el fútbol de un equipo que no acaba de encontrar su identidad. Rexach pretendió reforzar el sistema defensivo a cambio de perder algo de pólvora en el ataque. Mal trueque: el Barça ataca mal y defiende peor. O al revés. Y en la pérdida de identidad también se advierte la ausencia de líderes con cara y ojos, déficit que crece por el efecto mosaico del equipo, integrado por la heterogénea procedencia de sus jugadores. En esta especie de ONU en la que se ha convertido el Barça, resulta difícil encontrar líderes, buscar referencias, sentirse representado. A la plantilla no le faltan buenos jugadores, pero al club le falta un proyecto. Eso es lo que se aprecia en la base de una crisis cada vez más profunda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de diciembre de 2001