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VIOLENCIA EN ORIENTE PRÓXIMO

La guerra sin cuartel en Oriente Próximo causa en un solo día más de 45 muertos

Sharon acepta negociar sin esperar a una tregua tras la jornada más sangrienta de la Intifada

Ariel Sharon está dispuesto a negociar con los palestinos inmediatamente, sin exigir, como venía haciendo hasta ahora, un periodo de calma absoluta de siete días. El primer ministro israelí efectuaba este anuncio ayer por la noche en el transcurso de una entrevista por televisión, tras una jornada dramática y sangrienta, la más dura de la Intifada, en la que habían muerto 39 palestinos y 7 israelíes. El anuncio de Sharon es el fruto de las presiones de EE UU, pero también la única salida que tenía el anciano general ante el resultado apocalíptico de unas encuestas que le dan de manera clara la espalda y que le piden la celebración de elecciones anticipadas. La Autoridad Palestina negoció, por primera vez desde el inicio de la Intifada, la rendición de las milicias asediadas en Tulkarem.

"Pensaba que quizás se podía llegar a una calma antes de las discusiones sobre un cese de las hostilidades. Pero la que conocemos en la actualidad es una situación de guerra, y las negociaciones sobre un alto el fuego tendrán lugar bajo el fuego", anunciaba anoche Sharon por el segundo canal de la televisión israelí, una vez iniciada la fiesta religiosa del Shabat. Sharon añadió que estaba dispuesto a empezar las negociaciones tomando como punto de partida el plan Tenet (por el jefe de la CIA George Tenet) propuesto hace un año, pero aseguró que "si el terrorismo continúa, mantendremos las operaciones para combatirlo con todo el vigor necesario".

El anuncio de Sharon es la más trágica derrota que ha sufrido el primer ministro y su Gobierno de unidad nacional, que desde hace un año ha venido manteniendo como principio sacrosanto que no habrá negociaciones mientras se dispare un solo tiro. Un principio que ha mantenido en contra de los criterios de la comunidad internacional, especialmente de la Unión Europea.

El cambio de actitud de Sharon es, en cualquier caso, el fruto de las presiones norteamericanas. En los últimos días, EE UU ha estado criticando las soluciones bélicas del primer ministro israelí. Pero el cambio de posición de Sharon está también vinculado a los resultados apocalípticos de las últimas encuestas. El 72% de la población opina que Sharon no ha respondido a las esperanzas. Sólo tiene el apoyo del 15% de los israelíes, lo que supone la dilapidación del 65% de los electores que lo auparon al poder. Pero aún más grave, el 76% está descontento con la manera en que tratan los temas de seguridad y el 92% sobre cómo resuelve los problemas económicos. La solución: un 42% de los electores pide la convocatoria de elecciones anticipadas. Cualquier intento por desacreditar estos sondeos son vanos, ya que el propio The Jerusalem Post, baluarte del sharonismo, aseguraba que el 56% de los israelíes pide el fin del mandato del primer ministro antes de que acabe el año.

El anuncio de Sharon se produjo después de una sangrienta jornada, en la que el Ejército israelí se empleó a fondo contra los palestinos. Sin duda, esta ofensiva venía espoleada por el último atentado suicida de Hamás contra una escuela de formación premilitar en un asentamiento de la franja de Gaza, en el que murieron cinco alumnos de 18 años. El incidente provocó en la noche del jueves la ira del Ejército israelí, que lanzó a continuación una de las ofensivas más letales de la Intifada: ataques de helicópteros sobre el sur de Gaza, Hebrón y Nablús, incursión en los tres campos de refugiados de Belén, toma de las localidades de Beit Yala, Beit Sahur y Jader y cierre hermético en los controles israelíes para el tránsito de vehículos palestinos.

La Autoridad Nacional Palestina, consciente de la gravedad del momento, decidió ayer, por primera vez desde que se iniciara la Intifada, negociar con las autoridades israelíes la rendición de las milicias que desde hacía 48 horas se encontraban asediadas en el campo de refugiados de Tulkarem. Decenas de hombres se entregaron voluntariamente a las tropas israelíes, en un esfuerzo por salvar sus vidas.

Para el presidente Yasir Arafat, la perdida sin duda más dolorosa de esta ofensiva ha sido la del general Ahmed Hasan Mofrig, el oficial palestino de más alta graduación muerto en esta Intifada. El general Mofrig, de 61 años, murió en Jan Yunes, en el sur de Gaza, cuando, al parecer, trataba de impedir que sus hombres dispararan contra los soldados israelíes. Un mando israelí aseguraba que la muerte del oficial, jefe supremo de las fuerzas palestinas en el sur de Gaza, no estaba planeada. La respuesta la dio hace unos meses el propio militar palestino, cuando en una conversación con El PAÍS aseguró que "en esta Intifada no hay accidentes". El general Mofrig, amigo personal de Arafat, oriundo de Gaza, era un superviviente de las campañas de Libia, Jordania y Líbano y había sido instructor jefe de las brigadas de Al Fatah en el desierto de Yemen en la década sangrienta de los setenta. Se había formado en las escuelas militares de Egipto y la URSS, y todos aseguraban que era el cerebro del inexistente Ejército palestino. Mofrig murió tiroteado por los soldados israelíes, que alcanzaron también a uno de sus subordinados.

Anoche, la presidencia de la UE hizo pública una declaración en la que, "ante el gravísimo deterioro y el brutal aumento de la violencia" en Oriente Próximo, hizo "un enérgico llamamiento a ambas partes para que pongan fin a la violencia inmediatamente". Arafat pidió al presidente del Gobierno español, José María Aznar, en su calidad de presidente de turno de la UE, ayuda para poner fin a las operaciones israelíes contra los palestinos, según la agencia palestina WAFA.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de marzo de 2002