Sharon acentúa la ofensiva militar a pesar de las críticas de Estados Unidos

El 30% de los israelíes respalda la conquista de los territorios autónomos palestinos, como fórmula para acabar con la Intifada, según se desprende de una encuesta difundida ayer por el Instituto Panorama-Mercados. A pesar de que el ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, descartó ayer este escenario en una reunión celebrada en Jerusalén con representantes diplomáticos, sus tropas han tomado en las últimas horas la ciudad cisjordana de Tulkarem y dos campos de refugiados adyacentes, en una operación que se ha saldado hasta el momento con al menos 12 muertos y medio centenar de heridos.

"Israel no tiene ninguna intención de conquistar los territorios de la Autoridad Nacional Palestina, destruirla o atentar contra quien la preside", anunció ayer Ben Eliezer a los embajadores destinados en Israel, en el transcurso de una reunión convocada con carácter de urgencia en Jerusalén. El ministro de Defensa de Israel trataba con estas palabras de tranquilizar a la diplomacia internacional por dos sucesos concretos e inquietantes: en primer lugar, el bombardeo la pasada noche de la residencia de Yasir Arafat en Ramala, cuando el presidente palestino se encontraba reunido con el emisario europeo Miguel Ángel Moratinos, y en segundo, por la toma por parte del Ejército israelí de la ciudad palestina de Tulkarem, al norte de Cisjordania. Ben Eleizer, en un esfuerzo supremo de persuasión, trató de tranquilizar a los embajadores y subrayó que el objetivo de sus tropas era en un primer momento "golpear al terrorismo", para a continuación "conseguir un alto el fuego" y lograr, en último lugar, establecer un "diálogo directo de las dos partes, israelíes y palestinos", sin interferencias, ya que en su opinión son los únicos capaces de llegar a un acuerdo.

Las palabras del ministro no consiguieron desdramatizar la situación que desde la madrugada de ayer viven los 150.000 habitantes de Tulkarem, quienes permanecen encerrados en sus domicilios, con el suministro de electricidad cortado, las calles cegadas por las tropas y sometidos a permanentes pesquisas del Ejército, que casa por casa efectúa rastreos buscando armas y deteniendo a ciudadanos. La ciudad se encuentra acordonada por más de 50 tanques y blindados y tomada por millares de soldados pertenecientes a las brigadas del Nahal y Golani, especialistas en combates de primera fila y cuyos hombres jugaron un papel importante en las operaciones del sur de Líbano. El estado de sitio y de toque de queda afecta también a la región adyacente, especialmente a los refugiados de los campos de Tulkarem y Nur Shams, con una población total superior a las 22.000 personas.

En el transcurso de la operación se han venido produciendo enfrentamientos entre los soldados israelíes y las milicias palestinas que, a última hora de la noche, se habían saldado con al menos 12 muertos y más de medio centenar de heridos. En medio de la operación y, de manera injustificada según los palestinos, los tanques destruyeron una escuela financiada y dirigida por la ONU. La operación contra Tulkarem supone un escalón más de la política bélica de Sharon destinada a limpiar los campos de refugiados, que él califica de "nido de terroristas".

Mientras tanto, un palestino suicida se autoinmoló en el vestíbulo de un hotel del asentamiento de Ariel, situado también al norte de Cisjordania, provocando al menos nueve heridos.

Anoche, un palestino penetraba en el asentamiento judío de Atsmona, en el sur de Gaza, y mataba al menos a cuatro colonos israelíes y hería a una veintena más, varios de ellos graves, antes de ser abatido por soldados israelíes. Ya de madrugada, aviones de combate F-16 israelíes bombardeaban el cuartel general de los servicios de inteligencia palestinos en Belén (Cisjordania), sin provocar víctimas, según fuentes de la seguridad palestina.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de marzo de 2002