Apretando los puños y cerrando los ojos, de manera taquicárdica si se quiere, con el sufrimiento propio de un equipo pequeño, pero con grandes jugadores, el Barcelona selló su pase a las semifinales de la Liga de Campeones en un partido que tuvo siempre el sabor de la antigua Copa de Europa por cambiante, interrumpido y salpicado de anécdotas, excitante y difícil de digerir. Más que por la combatividad del Panathinaikos, que no paró hasta que el árbitro dijo basta, el encuentro duró lo que no está escrito por el carácter camaleónico del Barça. Irreconocible hasta el descanso, remontó en un cuarto de hora, señal inequívoca de lo incontenible que resulta cuando engrasa su máquina ofensiva y de lo accesible que es en el momento en que prescinde de la pelota, como volvió a ocurrir en un final que ni el presidente Gaspart pudo resistir.
BARCELONA 3| PANATHINAIKOS 1
Barcelona: Bonano (Reina, m.78); Puyol, Frank De Boer, Abelardo, Coco (Kluivert, m.45); Luis Enrique, Xavi, Cocu; Rivaldo; Saviola y Overmars (Gabri, m.75). Panathinaikos: Nikopolidis; Saric, Henriksen, Kyriakos, Goumas, Fissas; Karagounis (Michaelsen, m.45), Basinas, Kolkka (Vlaovic, m.76); Liberopoulos (Olisadebe, m.46) y Konstantinou. Goles: 1-0. M.8. Konstantinou regatea a De Boer y, desde lejos, marca raso y junto al palo. 1-1. M.23. Saviola pica la pelota por encima de la defensa y Luis Enrique la baja con el pecho y empalma por bajo. 2-1. M.49. Luis Enrique cabecea un centro de Rivaldo anticipándose a Nikopolidis. 3-1. M.61. Excelente pase en profundidad por el centro de Xavi que aprovecha Saviola. Árbitro: Urs Meier (Suiza). Amonestó a Puyol, Kolkka, Saric, Goumas, Reina y Xavi, que no podrá jugar la ida de las semifinales. Camp Nou. 85.000 espectadores. El Barça se clasifica para semifinales por un global de 3-2.
MÁS INFORMACIÓN
- Mareo de Gaspart y susto entre los griegos
- El debate de los cuatro delanteros
- El Barça paga muy cara su tacañería
- Kluivert: "Yo habría sacado otro equipo"
- El Madrid se clasifica y el Depor se queda sin milagro
- El Barça espera una multa como sanción
- Un sueño o una pesadilla
- As.com:: Toda la información de la Liga de Campeones
El epílogo, sin embargo, nada tuvo que ver sorprendentemente con el prólogo. El partido nació sin tensión y el Barcelona se desanimó de manera sobrecogedora, espantado por la falta de calor de la hinchada, aturdida nada más empezar por el gatillo de Konstantinou. El ariete se encontró tan a gusto que remató a gol la primera pelota que agarró. La jugada retrató la desgana y desubicación azulgrana en un partido que no admitía despistes: Frank de Boer dimitió de manera escandalosa, flotando al delantero, que se trabajó un palmo de terreno y cogió a Bonano marcando la raya de meta. Víctima de un ataque de pánico, el Barça dejó el partido a merced del Panathinaikos, que no marcó de nuevo por el canto de un duro. Los griegos sacaron del campo a los azulgrana con un buen juego de posición y tapando la línea de pase más que presionando. No hay encuentro en el que el contrario no parezca un equipo más organizado y trabajado que el barcelonista.
Enredados en pases tan reiterativos como inútiles, sobrados de conducción, imprecisos por nerviosos, los azulgrana únicamente pudieron atrapar el partido por la vía anímica e inconformista. Saviola le rebanó una pelota a Fissas y conectó con Luis Enrique, llegador, carnívoro, siempre con ganas de marcar y de ganar. Pese a llegar en buen momento y agitar a la grada, el empate no serenó al Barcelona, que ni desbordaba ni centraba, no sabía abrir el campo y ante la lentitud de sus maniobras echaba en falta un referente ofensivo.
Puesto que Rexach siempre despliega el equipo a partir de cuatro y hasta cinco defensas, el nudo de la alineación está siempre en la delantera, y ayer le sobraba un punta. Al final, prescindió de Kluivert en una decisión más política que futbolística. Mantuvo a Saviola, que venía de marcar dos goles en San Mamés; prefirió a Rivaldo porque intimida aun estando cojo; y repitió con Overmars, para atacar al menos por un costado. Ocurrió, sin embargo, que el juego se centrifugó, el área quedó despejada, sin un punto de estancia o de llegada y el Panathinaikos defendió con una comodidad sorprendente ante la ausencia de un ariete que descolgara los centros o tirara paredes.
Si ya era controvertido su plan, más difícil de entender fue la reacción de Charly en la jugada previa al descanso, no por el cambio que pareció sensato, sino por el momento: aprovechando un libre indirecto a favor, retiró a Coco para dar entrada a Kluivert. Rexach había decidido jugársela con una zaga de tres y Markarián le combatió con un cambio inteligente: puso a un segunda punta, el veloz Olisadebe, que se dejó caer sobre De Boer. Empezaba el partido de verdad.
El Barça era por fin un equipo reconocible, valiente, de naturaleza ofensiva, dispuesto a atacar por alto y por bajo, abriendo el campo con Overmars y Luis Enrique para las entradas del tridente. Los azulgrana tardaron menos de 15 minutos en salvar la eliminatoria con dos preciosos tantos que reunieron a los tres jugadores decisivos del partido: el primero de Luis Enrique, a la salida de una falta, y el segundo de Saviola, habilitado estupendamente por Xavi.
Más concentrado y mejor dispuesto, el Barça estuvo fresco y atrevido el rato justo para despellejar al Panathinaikos y entregarse después al gobierno del medio centro. Xavi tuvo la pelota un buen tiempo. No pudo, sin embargo, con todo, y acabó parapetado como los demás, sometido al empuje de los griegos, que remataron hasta tres veces. Puyol salvó un remate de Olisadebe en la misma línea de meta en una jugada que acabó con Bonano en la enfermería, Reina se jugó el tipo y un par de remates salieron acariciando los palos. El pitido final avaló la pelea y vigorosidad de los azulgrana, tan capaces de complicarse la vida como de solucionársela en una sola jugada. A falta de buen fútbol, la emoción le dio al partido el color que exigía el cartel. Así ha sido siempre la Copa de Europa. Muy poco racional, y terriblemente pasional, y por eso el Barça está en semifinales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de abril de 2002