Se acabó la incertidumbre. Carlos Menem no disputará la Presidencia de Argentina en la segunda vuelta de las elecciones que estaba convocada para el domingo próximo. Después de 26 horas de confusión, con situaciones que rayaron lo grotesco, el candidato peronista anunció su retirada. Lo hizo desde su feudo provincial de La Rioja, donde se refugió para grabar un mensaje televisado, en el que sostuvo que no se reunían las condiciones para que Argentina pueda contar "con un poder político imbuido de la más plena y transparente legimitidad democrática".
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La decisión de Menem asesta un golpe a las instituciones y al próximo presidente de consecuencias imprevisibles. Su contrincante, Néstor Kirchner, se convierte desde ayer en el nuevo presidente electo. Kirchner, también peronista, será presidente de la República a partir del 25 de mayo. La ley electoral así lo establece en caso de retirada de uno de los dos contendientes en el segundo turno. En la primera vuelta obtuvo el 22,4% de los votos, dos puntos menos que Menem.
Poco antes de la difusión del mensaje, Menem bajó a la calle para darse un baño de masas y recibir el calor de los suyos, en el más puro estilo caudillista. Allí tuvo palabras muy duras para su rival, a quien no le deseó precisamente suerte. "Yo le diría al señor Kirchner que se quede con el 22% de los votos, que yo me quedo con el pueblo", dijo ante una nube de periodistas y cámaras de televisión y de sus incondicionales que le suplicaban que no renunciara. "Se siente, se siente, Menem presidente" o "Carlos no nos abandones", gritaba la muchedumbre menemista. El líder contestó: "El lunes estoy de vuelta trabajando".
De nuevo un 14 de mayo
Menem grabó su discurso de renuncia solo, tan sólo acompañado de los publicistas de su equipo de campaña. Afuera esperaban sus colaboradores que se desplazaron en masa a La Rioja para arroparle. El candidato no eligió una fecha cualquiera para confirmar su retirada. El 14 de mayo tiene mucho sentido para Menem. Él mismo se encargó de recordarlo. El 14 de mayo de 1989 fue elegido presidente de Argentina con el 47% de los votos. Comenzaba la era menemista. Cinco años después, el 14 de mayo de 1995, Menem ganó de nuevo las elecciones, esta vez con el 49% de los votos, gracias a la reforma constitucional que dio luz verde a la reelección presidencial. Ayer, el 14 de mayo del 2003, estampaba por primera vez en su vida la firma de la derrota.
En su mensaje comprometió todo su respaldo y colaboración "con las nuevas autoridades constitucionales para defender a rajatabla la estabilidad del sistema democrático, recuperado para siempre en la Argentina en 1983". Y precisó que ahora la principal amenaza contra la democracia en su país no proviene de la acción de los enemigos del sistema democrático, "sino del peligro de la ingobernabilidad".
Menem pidió consenso y superación de "antiguos enfrentamientos" y pidió al próximo presidente que "ejerza su autoridad, sin odios ni rencores, animado de un profundo sentido de la responsabilidad histórica que le toca asumir y que coloque siempre el interés nacional por encima de cualquier consideración ideológica o partidista". De madrugada, el abogado de Menem depositó su renuncia formal por escrito ante la juez electoral de turno.
Previamente, los argentinos escucharon los mensajes de Kirchner y de el ex ministro Ricardo López Murphy, que en la primera vuelta de las elecciones quedó en tercer lugar, con el 16,3% de los votos (3,1 millones). Murphy, candidato del Movimiento Federal Recrear, dijo sentir "indignación y vergüenza" por lo que está ocurriendo y acusó a Menem y al presidente Eduardo Duhalde, los dos máximos caudillos del peronismo, de estar negociando a espaldas del pueblo. "Menem y Duhalde han subordinado los intereses de la nación a su mezquina y misteriosa rivalidad política", dijo al intentar desentrañar el desconcierto político en que ha vivido Argentina esta semana. "No sé lo que están negociando", añadió, pero "el daño ya está hecho".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de mayo de 2003