Rehavam Zeevi, ministro de Turismo de Israel, diputado ultranacionalista del partido Unión Nacional y líder del movimiento colono radical, fue asesinado ayer a tiros en un hotel de Jerusalén. La acción fue reivindicada por el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), una de las organizaciones más combativas en la Intifada, opuesta al proceso de paz patrocinado por EE UU, y que dijo actuar en venganza por el asesinato de uno de sus líderes. El atentado bloquea cualquier iniciativa de diálogo entre palestinos e israelíes, sobre todo en un momento especialmente favorable para Yasir Arafat, que había recibido por parte de Washington los apoyos imprescindibles para crear el futuro Estado de Palestina. Las esperanzas se han ido al traste.
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Zeevi, de 75 años, fue asesinado de tres tiros en el pasillo de un hotel de Jerusalén en el que estaba hospedado con su esposa, Yael. La víctima había tomado su desayuno y se disponía a entrar en su habitación, en el octavo piso, para recibir a una periodista de la cadena Arutz 7, órgano de expresión del movimiento colono.
Dos hombres armados, presumiblemente empleados del hotel, blandiendo una pistola con silenciador, le dispararon a bocajarro y le alcanzaron en la cabeza y el cuello. Minutos más tarde, el cuerpo fue descubierto en medio de un charco de sangre por su esposa.
Zeevi no murió al instante. Falleció en el servicio de urgencias de un hospital, después de que los médicos trataran en vano de salvarle. Mientras, los servicios de seguridad sellaron todas las puertas y accesos del hotel y sometieron a todos los huéspedes a un estado de sitio. Se iniciaban así unas arduas investigaciones, amparadas por el silencio decretado por el Tribunal Supremo, que declaró el asunto "secreto de Estado".
Las primeras pesquisas muestran un fallo importante de los servicios de seguridad israelíes (Sin Beth), ya que, al parecer, Zeevi no tenía cerca de él a nadie que lo protegiera y no llevaba encima un arma, como es habitual entre los más radicales en la sociedad israelí. Las acusaciones han empezado a caer como una losa sobre los servicios secretos, que ayer emitían un comunicado comprometiéndose a no descansar hasta detener a los autores del atentado.
El asesinato de Zeevi fue reivindicado horas más tarde, desde Beirut, en un comunicado del Frente Popular para la Liberación de Palestina, uno de los grupúsculos más activos de la Intifada, que dijo actuar en venganza por el asesinato de su máximo líder en los territorios ocupados, abatido el pasado mes de agosto, en su despacho de Ramala, en una operación calificada como de "asesinato selectivo". Por la tarde, un palestino se suicidó al hacer estallar una carga explosiva adosada a su cuerpo al paso de un vehículo militar israelí; dos soldados resultaron levemente heridos. El atentado ocurrió en territorio israelí, cerca de la franja de Gaza.
Rehavam Zeevi fue asesinado seis horas antes de que dejara de ser ministro. Había presentado la dimisión 42 horas antes, junto con su compañero de Gabinete Vigdor Liberman, ministro de Infraestructura, para protestar por la decisión del primer ministro Ariel Sharon de retirar los tanques y los hombres del Ejército de la ciudad de Hebrón, donde se habían desplegado para dar protección a los 400 colonos judíos que viven en la ciudad rodeados por 120.000 palestinos. Zeevi, como la mayoría de los colonos de los siete asentamientos de Hebrón, consideraba un contrasentido que se abandonara su custodia a favor de la policía palestina.
Pero las discrepancias políticas que llevaron a Zeevi a abandonar el Gabinete de Sharon eran mucho más profundas y serias: no estaba dispuesto a aceptar la posibilidad de que se reabrieran las negociaciones de paz con Yasir Arafat, y mucho menos a que se hicieran concesiones a la sociedad palestina mientras se oyera un solo tiro. Discrepaba, además, de la presencia en el Gabinete de los laboristas y consideraba fuera de sitio las negociaciones y conversaciones del ministro de Exteriores, Simón Peres, con los líderes palestinos.
La Autoridad Palestina, después de un largo silencio, calificado por algunos observadores como embarazoso, acabó condenando el asesinato del ministro israelí para a continuación anunciar, por boca del propio presidente Arafat, que se hará todo lo posible para detener y encarcelar a los autores del atentado. Los palestinos son, sin embargo, conscientes de que la nota de condena no servirá para nada. Se preparan a sufrir una vez más las represalias. De nuevo se había decretado el estado de alerta en los territorios autónomos palestinos: edificios desalojados, los soldados en casa, el escaso armamento escondido. Se espera el bombardeo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de octubre de 2001