El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, alabó ayer el liberalismo como motor del desarrollo, criticó las barreras arancelarias, sin mencionar las que él mismo baraja imponer a la importación del acero, y aseguró que sólo ayudará a los Gobiernos que combatan la corrupción y garanticen las libertades políticas, económicas y comerciales. Pero, contrariamente a las expectativas, Bush no anunció nuevos fondos para la financiación del desarrollo, por lo que la contribución norteamericana no superará el 1,5% de su producto interior bruto (PIB).
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Los Gobiernos concesionarios de las ayudas, dijo Bush ante la Conferencia de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo de Monterrey (México), deben ser "justos, invertir en su pueblo y promover la libertad económica". El jefe de la Casa Blanca, cuyas primeras reuniones fueron con los presidentes de México y Canadá, socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, exigirá credenciales a los países susceptibles de recibir la ayuda: deben ser democráticos, ejecutar reformas estructurales y construir el Estado de derecho. Buena parte de los países representados en la ONU, organizadora de la conferencia, no reúne esos requisitos ni es previsible que los alcancen en decenios.
El Tesoro y la Secretaría de Estado de EE UU redactarán un "riguroso" reglamento con los criterios de la distribución de la ayuda encaminada a aliviar la pobreza en el mundo, padecida por más de la mitad de los habitantes del planeta. "Trabajaré con el Congreso para que estos recursos estén disponibles durante los próximos doce meses", dijo en su discurso, pronunciado después de que el presidente chileno, Ricardo Lagos, pidiera una mayor apertura de los mercados a los productos de aquellas naciones que prosperan con sus exportaciones, no con la asistencia internacional. "¿Cómo hacer para que los movimientos de capital no tengan un carácter cíclico?", se preguntó el gobernante latinoamericano. La mayor cuantía para la financiación del desarrollo, subrayó Bush en una intervención de siete minutos, no procede de la ayuda, sino del comercio, de los capitales nacionales y de la inversión extranjera.
Bush, quien instó a agrupar fuerzas contra el terrorismo, aseguró que desafiará "a la pobreza y a los gobiernos fracasados que tan a menudo han sentado las bases en provecho de los terroristas", y reconoció la necesidad de reducir las barreras comerciales levantadas por las naciones ricas a las materias primas del mundo subdesarrollado.
El Consenso de Monterrey
El liberalismo fue uno de los asuntos centrales de la conferencia, a la que asistieron 74 presidentes y delegaciones de la gran mayoría de las naciones representadas en la ONU, que concluyó ayer con la divulgación del Consenso de Monterrey, comprometido con la democracia y el gradual liberalismo económico. Mike Moore, director de la Organización Mundial de Comercio (OMC), criticó el jueves las barreras comerciales. Según Moore, si se abrieran las fronteras, los países en desarrollo ganarían diez veces más que los 10.000 millones de dólares al año que podría costar la extensión de la educación a todo el mundo. La renta mundial aumentaría en 2, 8 billones de dólares y 320 millones de personas saldrían de la pobreza para 2015.
Los 50.000 millones de dólares adicionales de ayuda, que, según el Banco Mundial, se necesitan para alcanzar los objetivos de la Cumbre del Milenio, son también una minucia, dijo Moore, comparados con los 1.000 millones de dólares diarios que los países gastan en subvencionar su agricultura, con los entre 70.000 y 110.000 millones de dólares que les cuestan anualmente sus medidas de protección oficial o con los 10.000 millones de dólares que EE UU pierde anualmente por las restricciones que impone a las importaciones textiles.
Saliendo al paso de quienes acusan a su Administración de tratar de imponer la liberalización a ultranza como dogma y condicionar las ayudas a reformas difíciles de atender, el presidente norteamericano dijo que acudió a Monterrey "para reafirmar el compromiso de Estados Unidos de llevar esperanza y oportunidad a las personas más pobres del mundo". La prosperidad de los países con menos ingresos, agregó, podría desalentar el extremismo, y contribuir a reducir la desesperanza, que alimenta el terrorismo en el mundo. Bush subrayó que la lucha contra el terrorismo "liberará a millones de personas presas de la pobreza".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de marzo de 2002