Los bombarderos invisibles B-2, la joya de la aviación de guerra estadounidense, están actuando en la campaña aérea contra Yugoslavia bajo mando directo norteamericano y sin que los aliados sean informados de sus movimientos, según reveló ayer The Washington Post.Los B-2, que parten y regresan a una base de Misuri (Estados Unidos), han efectuado más de 45 salidas desde el comienzo de la guerra y han arrojado sobre territorio yugoslavo más de 500 toneladas de explosivos.
Washington planea y ejecuta las operaciones de los B-2 en el mayor secreto, incluso para sus aliados de la OTAN. A fin de impedir que aviones aliados puedan recoger briznas de información sobre su diseño y estilo de vuelo, ninguno que no sea norteamericano es autorizado a aproximarse al rumbo de los B-2. Cada B-2 cuesta 2.000 millones de dólares (300.000 millones de pesetas) y, a pesar del secreto sobre el asunto, se supone que EEUU dispone o está fabricando más de 20 unidades. La guerra de Kosovo ha sido el bautizo de fuego del B-2, que pueden despegar de Misuri por la mañana, bombardear Yugoslavia y regresar a su base para la cena, sin necesidad de aterrizar en ningún lado. Cada vuelo de un B-2 cuesta, incluida la munición, entre 500.000 y 1 millón de dólares.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de mayo de 1999