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GUERRA EN IRAK | Bombardeo masivo

Llega el Día A

Estados Unidos lanza el ataque aéreo masivo y alcanza centenares de objetivos en todo el país

Estados Unidos lanzó ayer durísimos bombardeos sobre Bagdad y otras ciudades iraquíes. La jornada, calificada por el Pentágono como Día A, fue el arranque de una intensa campaña aérea dirigida a demostrar la potencia de fuego de las fuerzas invasoras, a sobrecoger a los mandos militares iraquíes y a quebrar las líneas de comunicación del régimen de Sadam. Los bombardeos generalizados se habían mantenido en suspenso durante las primeras horas del conflicto, a la espera de que fructificaran las exigencias de rendición planteadas desde Washington. El hecho de que el general Tommy Franks diera la orden de iniciar la guerra desde el aire confirmó que el Ejército iraquí mantenía, por el momento, la resistencia y que Sadam Husein seguía al mando.

El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo que los proyectiles que llovían sobre Bagdad, Mosul, Kirkuk y otras poblaciones no podían compararse a los utilizados en ningún conflicto anterior. "Éste es el bombardeo más preciso y selectivo de todos los tiempos", dijo, "es realmente impresionante". El general Richard Myers, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, anunció que "centenares de objetivos" serían atacados durante la noche, camino de alcanzar unos 1.500 en 24 horas. Un responsable militar indicó a la agencia France Press que las fuerzas aéreas estadounidenses y británicas realizaron ayer un millar de salidas y se dispararon otros tantos misiles de crucero en territorio iraquí. "Los aviones partieron de 30 bases en una docena de países y cinco portaaviones", añadió la fuente.

El general Myers conminó de nuevo a rendirse a mandos y tropas de Irak: "Haced lo honorable, dejad las armas, disfrutad del futuro Irak libre". Los prisioneros se cuentan ya por miles. Tommy Franks ordenó el miércoles un ataque gradual, de tanteo y advertencia, mientras se establecía un diálogo indirecto entre altos mandos estadounidenses e iraquíes encaminado a que los segundos renunciaran a combatir. El secretario de Defensa opinó que, pese a no registrarse un colapso generalizado en la cadenas de mando iraquíes, Sadam Husein y su régimen no ejercían ya un control total sobre el país.

La invasión progresaba a buen ritmo. Myers informó de que las columnas blindadas que avanzaban desde el sur habían penetrado "unos 160 kilómetros" hacia el interior de Irak. A ese ritmo, podrían llegar a Bagdad en tres o cuatro días. También quedaron bajo control estadounidense o británico la península de Fao, el puerto de Um Qasr (la única salida iraquí al golfo Pérsico) y las instalaciones petroleras de la zona, prácticamente intactas, salvo siete pozos incendiados. Las bajas estadounidenses se reducían a dos marines caídos en combate. Las iraquíes eran mucho más elevadas, según testigos que no podían ofrecer cifras por las restricciones informativas impuestas por el Pentágono. Myers indicó también que tres naves iraquíes habían sido interceptadas en aguas de Irak, con minas a bordo.

Seguía siendo una incógnita la estrategia militar iraquí. No se habían producido las rendiciones en masa que pronosticaba el Gobierno estadounidense y, según todos los indicios, el presidente de Irak había salido con vida del ataque contra la residencia de Bagdad con el que se abrieron las hostilidades, en la madrugada del jueves. El espionaje norteamericano estimaba que en ese bombardeo de decapitación perecieron tres altos mandos iraquíes, incluido Ali El Químico, general que se ganó el mote por utilizar armas químicas contra kurdos e iraníes.

La resistencia hallada por las columnas invasoras era escasa, limitada a pocos blindados y un puñado de misiles lanzados contra Kuwait. Bagdad no había establecido toques de queda y afrontaba los bombardeos nocturnos con las luces encendidas.

La situación era muy favorable a EE UU, pero abría la posibilidad de que a lo largo del conflicto se dibujara un panorama políticamente inconveniente para la Casa Blanca: el que resultaría de constatar que Irak no disponía de poder militar ni de cantidades apreciables de armas químicas o biológicas y, por tanto, no constituía la pregonada "amenaza para la paz mundial". En cualquier caso, los recursos militares reales de Irak seguían siendo ayer un misterio.

George W. Bush manifestó, en una breve declaración desde la Casa Blanca, que la ofensiva progresaba. "Seguiremos con nuestra tarea hasta conseguir el objetivo, acabar con las armas de destrucción masiva en Irak y liberar a los iraquíes para que puedan vivir en una sociedad esperanzada y democrática", declaró tras recibir a los principales dirigentes del Congreso. Las dos cámaras parlamentarias habían aprobado la víspera, por abrumadora mayoría, sendas resoluciones de apoyo al presidente y a las tropas. Poco después de esa reunión, hacia la hora de comer, Bush voló a Camp David para pasar el fin de semana en la residencia presidencial.

En el terreno diplomático, EE UU topaba con dificultades. Su petición a todos los gobiernos para que expulsaran a los diplomáticos iraquíes no había sido atendida y Turquía estaba demostrando ser un aliado preocupante. A última hora del día se consiguió que Ankara autorizara a los aviones de combate a sobrevolar su territorio, pero el secretario de Estado, Colin Powell, tuvo que amenazar a Ankara con cortarle las líneas de crédito y obligarle a suspender pagos. Washington no excluía la posibilidad de que el Ejército turco forzara una crisis de su Gobierno o algo más grave, penetrando en territorio del Kurdistán iraquí con fuerzas significativas (anoche penetraron ya unos 1.000) y estableciendo su dominio en la porción de Irak contigua a sus fronteras.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de marzo de 2003